Descubrir la debilidad de nuestros semejantes mueve a la compasión y, al mismo tiempo, a vencer la tentación de caer en el abuso o el aprovechamiento. Es una de las bajezas humanas que nos denigra como especie y como supuesto ser que aspiraba a ser "racional" y se quedó en "sujeto inconsciente de su inconsciente".
Abusan los padres de sus hijos y los hijos de sus padre, los empresarios de sus trabajadores y los trabajadores de sus empresarios. El fuerte se aprovecha del débil, el listo del tonto, el fanfarrón del cobarde y, para no hacer la lista interminable y escandir el tema, resumiríamos en que cualquiera que posea un lugar de poder sobre los demás, se ve tentado, en un momento u otro, de hacer un uso abusivo del mismo.
La tendencia al abuso se anuda, a mi modo de ver, en las fantasías omnipotentes que anidan en nosotros, en el sentimiento de vulnerabilidad al que nos avoca la inevitable muerte y en sendos complejos de inferioridad, propios de narcisismos heridos.
No creo que nadie se libre de haber ejercido alguna forma de abuso sobre los demás o de haberlo padecido a manos de otros. Y quizás las formas de abuso más dolorosas sean aquellas que pretenden sacar provecho del amor del prójimo, como en los abusos de confianza o en los abusos sexuales.
Voy a centrar ahora mis pensamientos sobre algunos aspectos del caso que informaron los medios en torno al abuso de poder y acoso sexual sufrido por la capitana Zaida de parte de su superior inmediato. Quienes cumplimos el Servicio Militar obligatorio, que en mi caso sufrí y gocé en la unidad de Esquiadores-Escaladores de Candanchú, en el fascinante Pirineo de Huesca, sabemos que lo primero que te decían al incorporarte a filas era que tenías que colgar los cojones a la entrada y, a partir de entonces, ya no necesitabas pensar en nada, puesto que los mandos lo harían por ti y debías limitarte a callar y obedecer, así de simple.
Cualquier institución que te conmina a suspender y paralizar tu capacidad pensante y a renunciar a la defensa de tus derechos individuales, NO puede ser democrática en modo alguno. De ahí que tanto el Ejército como la Iglesia, instituciones ambas de estructura jerárquica y piramidal, funcionen como Grupos Especializados con un ordenamiento jurídico propio, con variaciones respecto al código civil al que nos sometemos el resto. ¿Debiera el Ejército acogerse al ordenamiento jurídico de la sociedad civil en tiempos de paz?. Yo opino que sí y además estoy convencido de que la capitana habría gozado de más oportunidades reales de defenderse, pues las escenas sobre el juicio que nos mostraron eran una auténtica pantomima y una vergüenza, pues todos sabemos que los testigos pueden haber recibido órdenes de que ellos no habían visto ni escuchado nada y no les quedaba más remedio que obedecer. Las cosas son así en el Ejército, que parece estar más allá del bien y del mal y si te ordenan que te bajes los pantalones, te los tienes que bajar, mientras el Ejecutivo, firmes y mirando para otro lado, y es que hay poderes y poderes.
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