domingo, 30 de marzo de 2014

"Tizas Negras" se disolvieron en libro

En ocasiones, algunas ilusiones se cumplen y mi poemario "Tizas Negras" (José Toledo) anda buscando sus lectores.  Toledo es mi apellido materno y no significa una renuncia al Fernández, que me entronca con mis bisabuelos asturianos, de los que me siento muy orgulloso ¡Asturias me fascina!; pero el nombre completo era algo extenso y Toledo es la madre del poema y del cordero, menos común y algo sefardita singular.

Chiado editorial lo ha puesto en la calle y en la web, por lo que les estoy muy agradecido. Lo podéis encontrar al razonable precio de 10 euros o algo menos en  La Casa del Libro.

Para compartir mi alegría, voy a obsequiaros con dos poemas incluidos en el libro y así os hacéis una idea sobre los contenidos.  He dividido el poemario en tres apartados, acorde a la temática de los poemas:
Tizas Negras, Tizas de Colores y Tizas Pardas. Un total de 47 poemas y un excelente prólogo del pintor, erudito y también poeta,  Toni Pons.

El primero que os voy a transcribir es uno dedicado a la muerte del poeta José Agustín Goitisolo, musicado por numerosos cantautores, de cuyo fallecimiento justo se cumplen los 15 años este mes de marzo y autor de afamados poemas como el que le dedicó a su hija:  "Palabras para Julia".

Esta vez las palabras son para ti, no para Julia

Cuando se te cayó el cuerpo a la calle
sólo su sombra llegó al pavimento,
tu alma había ya migrado en el tiempo,
al país de quién sabe donde.

Nunca te gustaron los disfraces,
siquiera el de hada madrina,
al poeta le llagan las verdades,
y al poder da vida la mentira.

Cuando se te calló el cuerpo a la calle
te doliste del lado izquierdo,
ese costado que gangrena a tu gente,
lobito bueno de ayer, hoy triste rebaño.

Nunca te gustaron los disfraces,
ni los títeres, ni los ídolos de barro,
tu espíritu no estaba para veleidades
y tu muerte ha sido todo un despilfarro.

El que viene a continuación lo escribí de un tirón para compartir la vivencia del ciudadano que pasea su soledad en un lugar tan hermoso como concurrido, la calle Pelayo en su confluencia con la plaza Catalunya y el inicio de la Rambla de Barcelona, esa que Ernest Hemingway definió como la calle más bonita del mundo.


De Pelayo hasta La Rambla

Cada cual pasea sus adicciones
del brazo de su sombra eventual,
algo me dice que nada persiste
salvo la persistencia;
rastreo mi presencia en las micciones
de los perros y el olor a alquitrán
me sugiere que el amor aún existe
envuelto en cartón, quizá celofán.

Doblo el cuerpo hacia La Rambla,
Canaletas se desborda y me salpica,
cuantos más luceros brillan
más las mentes dormitan;
los colores descosen sus orillas
y el vacío interior se multiplica.
Ya nadie restriega los gargajos
ni apaga sus colillas,
ya nadie se roza y si te tocan,
te roban la plata y la sonrisa.

Me asomo a tus ojos
buscando la salida,
pero mi voz se declina
en lenguas más muertas
que vivas.

Se cansa uno de andar despacio,
se cansa uno de amar deprisa,
se cansa uno del amarillo topacio
y de quebrar tantas aristas.
Se cansa uno de cansarse,
mientras la ciudad sueña con ser aldea
para poder algún día acostarse.

Deseo que os agraden y que disfrutéis del poema de la primavera, que en otras latitudes será su otoño y en la geografía del alma, una única estación, la del tren del amor, que nunca parta. Un abrazo a todos en tiempos de guerra sin trincheras.

2 comentarios:

  1. En ocasiones, la primavera estornuda alegría.

    Guardo amor a la poesía que hizo de mi un hombre.
    Más fue el hombre quien hizo la poesía. Ella hizo en mi el amor.

    Un paciente con poca paciencia. :)

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  2. Me alegro de la salida del libro de poemas. Habrá que ir a comprarlo y disfrutar de su lectura. Haré un esfuerzo a pesar de que no es mi género preferido, pero al ser de un amigo valdrá la pena leerlo.

    Saludos
    Eduardo Romo

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