Vino al mundo en Quinto de Ebro, un pueblecito de la provincia de Zaragoza, en esa vetusta Corona de Aragón, vientre paridor de prohombres, destinados a abandonarla, pues sus pechos carecen de suficientes nutrientes. El alma de Ramón declinaba hacia el sur, como las garzas vuelan hacia el repiqueo de las castañuelas, pero su avidez epistemofílica le llevó hacia el norte, hasta Barcelona, donde instaló el nido y aún más al norte, para redondear su formación.
En una entrevista que le hizo J. Félix Machuca para el ABC de Sevilla en septiembre de 2.006, Ramón hablaba del estudio psicoanalítico que estaba haciendo sobre el flamenco.
"El duende del flamenco es superior, en estado de trance, en calidad y profundidad, a otros folclores"
Este "Maimónides" del S.XXI que era Ramón, nos deja una amplia y cualificada obra poética y numerosos trabajos clínicos, que merecen su publicación y un mayor estudio en profundidad.
Fue discípulo de Theodor Adorno en Frankfurt, donde se doctoró en filosofía, con un dominio perfecto del alemán, ese idioma tan querido por psicoanalistas y filósofos.
En una de sus numerosas conferencias afirmaba que el psicoanálisis sólo podía despertar una gran fascinación o un profundo rechazo, ya que Sigmund Freud, junto con Copérnico y Charles Darwin, fueron los tres grandes genios que habían infringido una profunda herida narcisista a la Humanidad: Copérnico demostrándonos que no éramos el centro del Universo (esa herida ha sido soportable), Darwin mostrándonos que somos producto de una evolución (herida que sigue en carne viva, a manos de "evolucionistas" y "creacionistas", sobre todo en los Estados Unidos. Finalmente Freud demostrándonos que nuestro auténtico self está hecho de "materiales" que nos son desconocidos y que, por lo tanto, no siempre somos aquello que decimos ser desde nuestro yo consciente ( nuestra sociedad actual de la mediocridad globalizada, funciona "como si" no existiese el inconsciente ni el psicoanálisis)
Todos recordamos su omnipresente entusiasmo y un inmenso salero para explicar los chistes: ¿sabéis aquel de un andaluz que le pregunta a otro si sabe qué es lo que se ve desde el edificio más alto de Toronto?
Pues no caigo. "Torontoentero". Para que los lectores allende la península ibérica puedan comprender en qué consiste la gracia del chiste, debo aclararles que debieran conocer una canción de flamenco moderno que hizo muy famosa un tal Manolo Escobar, cuyo estribillo era.. "porom pon pom, +porom-pon-pero+, pero". Si se fijan, las palabras comprendidas entre el signo "más", se aproximan cacofónicamente a "Torontontero", que, a su vez, requiere la asimilación de Toronto + entero, perdiéndose la "e" inicial.
Podría haber explicado un chiste sin necesidad de tanta nota aclaratoria, pero creo que este procedimiento de meticulosidad, finura y talento, definían algunas de sus características personales. Por cierto que el carro que le robaron a Manolo Escobar sigue sin aparecer, como todo lo que "desaparece" en España.
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