"Y de igual modo que una sola hoja no se vuelve amarilla sino con el silencioso
conocimiento del árbol entero, así el malhechor no puede cometer ninguna falta
sin la voluntad oculta de todos vosotros..."
Khalil Gibran "Sobre el crimen y el castigo" (pequeño fragmento)
La búsqueda de la verdad encuentra siempre sus enemigos, bien sea en el interior de la mente o, como no, en la realidad del mundo. Ambos oponentes son portadores de sus respectivas ideologías y ponen un gran empeño en su cometido de que la verdad no resplandezca.
Christopher Bollas, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica y de la Sociedad para estudios Psicoanalíticos de Los Angeles (U.S.A), escribió un brillante y sugerente ensayo titulado "The Fascist state of mind" (el Estado Fascista de la mente).
Nos habla de que cuando Freud abordó las partes oscuras de nuestro "self", consideró que su emergencia era la resultante de una lucha interna de distintas partes en oposición y no una simple manifestación desde la voluntad.
Lo que acabamos siendo como personas era el fruto de un balance de lucha de poderes entre la parte pulsional instintiva con la restrictiva moral (superyó) y el compungido "yo" como moderador y postulador de alianzas, ora con uno, ora con el otro. Una especie de Parlamento Mental de cariz democrático, pues todas las partes son escuchadas.
El elemento fundamental del estado fascista de la mente es la presencia de una ideología que basa su certeza en la eliminación sistemática de toda oposición, divorciados de cualquier otra experiencia ajena que les permitiese aprender algo nuevo.
Creen estar en posesión de una verdad secreta que lo explica todo y opera desde una lógica que conduce a que los hechos acaban apoyando sus axiomas ideológicos.
Todo esto ocurre paralelo a un "blindaje" donde las dudas o cualquier contrapoder son expulsados, descomplejizando el pensamiento para simplificar y minimizarlo todo.
O´Sullivan cree que el Fascismo tiene tal idea de la justicia, que desde su blindaje ideológico y la neutralización de cualquier oposición interna, justifican el poder matar a las personas contrarias a ellos. De hecho, la eliminación del mundo simbólico interno y de toda actividad polisémica, es el primer asesinato cometido por el estado Fascista de la mente, ya que lo simbólico es la verdadera subversión de lo ideológico.
Postula que en los genocidios se mata a las personas por lo que son y no por lo que hacen. Utiliza el término de "estado Fascista de la mente" para designar el escenario mental que hace posible la comisión de un genocidio, el exterminio masivo de seres humanos.
Existe un estado mental que autoriza las teorías fascistas y coincide con Wilhelm Reich y Hannah Arendt en que hay un fascista en cada uno de nosotros y que, buscamos sacarle provecho, cuando actuamos desde ese estado. Una evidencia más de la convivencia en nuestro self de procesos neuróticos y psicóticos.
Dar rienda suelta a la crueldad es uno de sus rasgos distintivos. Tras su contínua práctica, capacidades humanas, como la empatía, el perdón o la reparación son expulsadas del self. Ello junto a una identificación con partes del narcisismo destructivo, les confiere un sentimiento de superioridad y de auto admiración.
Características éstas compartidas también por las ideologías totalitarias, como reza este "catecismo revolucionario" de Mikhail Bakunin:
"Todos los tiernos sentimientos de la vida en familia, de la amistad, amor, gratitud
e incluso el honor, deben ser extinguidos por la revolución y suplantados por la
fría y exclusiva pasión por la causa revolucionaria"
Se crea la expectativa entre sus seguidores de que todas las cosas son posibles y nada está prohibido. Se expande un infinito espacio moral en el que sembrar la violencia y la dominación.
El pensamiento fascista convierte al ser humano en una nulidad a su plena disposición.
Finalizada la Guerra Civil española, el Fascismo necesitaba aniquilar todo tipo de oposición a su régimen, de ahí que los sospechosos de simpatizar con la República o con el comunismo, fueran despojados de su estatus de sujeto o ciudadanos, para reducirlos a un maldito color: el rojo de la bandera comunista con su hoz y martillo.
De todos son conocidas las numerosas delaciones que hubieron entre vecinos para, una vez liquidados, apropiarse de sus tierras, o por simples venganzas personales.
"Los rojos se comen a los niños" llegaron a vociferar los curas fascistas en iglesias repletas de analfabetos. La Memoria Histórica no se llevará a cabo en los términos planteados, porque sería el reconocimiento de que no mataron "rojos", sino personas, a menudo, las mejores personas del lugar. Para muchos otros, como mi abuelo Roque, "el paseíllo" les condujo a una cárcel donde malcomieron y fueron "reeducados" a base de paliza diaria, hasta enfermar y morir.
En el que entonces era un pequeño pueblo de la rica vega del río Segura, en Murcia, mi abuelo, un campesino de los que trabajaban de sol a sol en unas tierras arrendadas, tuvo que soportar como su hija (mi madre), con apenas 8 años, le traía algo de comida de parte de la mama, a un lugar donde supuestamente se encierra a los delincuentes o a los asesinos.
A mi padre, residente en otro pueblo cercano, con 15 años que tenía en 1.937, le quisieron matar los nacionales al entrar victoriosos en su pueblo, porque figuraba como secretario del Partido Comunista local. Y no por ser un seguidor de Marx, de quien apenas habría oído hablar, sino por ser uno de los pocos muchachos del pueblo que sabían leer y escribir. Por cierto, en su correctivo servicio militar de 3 años, que realizó en Benasque (Huesca), seguía ejerciendo de secretario, caligrafiando las cartas a las novias, de sus iletrados compañeros.
Finalmente, ironías de la vida, salvó el pellejo porque su madre, muy beata ella, había escondido a un cura en su casa para que no le matasen.
Todo quedó en un trueque de una vida por la otra. ¿Quién les devolverá sus infancias irremediablemente rotas? ¿Quién me repondrá unos abuelos estupendos de los que no pude disfrutar?
Tal como argumenta Susan Sontag, una vez degradados en lo humano y tachados de despreciables enfermos poseidos, su aniquilación ya no tiene la identidad de un genocidio, sino la de una simple intervención quirúrgica, para extirpar un tumor maligno.
El dictador Franco, muy previsor él, rehusó tomar fotografías o filmaciones de los campos de concentración y de sus matanzas. "Algún día habrá que decir que todo esto nunca ocurrió" comentó. Esto "que nunca ocurrió" acabó con las vidas de mas de 140.000 personas, una vez acabada la guerra, entre 1.939 y 1.944, más o menos.
El juez Garzón recogía la memoria de miles de personas que no podrán olvidar lo ocurrido, hasta que no entierren a sus seres queridos, a los que un día vinieron a buscar a casa para darles "el paseíllo", del que ya no regresaron jamás.
Sospechosos de ser "rojos" y culpables de ser pobres, como la gran mayoría de personas de este país. Todas estas personas deben ser rehabilitadas como buenas gentes que eran y recibir el mismo trato que recibieron las víctimas del bando de los vencedores, las poderosas minorías.
Ese fascista que todos llevamos dentro se activa con especial virulencia en los responsables de aquel genocidio y en sus descendientes. Aquello que nunca ocurrió pero sí ocurrió permanece escindido en sus conciencias y no podrá pasar al olvido mientras no se rehabilite a esos muertos de segunda categoría, que fueron los vencidos. La Guerra Civil no habrá terminado del todo por muchas generaciones que pasen, pues todo esto se transmite de padres a hijos. ¿Retorno de lo reprimido? Y esa es una verdad que me trasciende a mí y al "blindaje" de todas esas malas conciencias.
El Fascismo sigue al acecho y nos previene de que el Parlamento de nuestro escenario mental, siempre corre el riesgo de ser secuestrado.
Al juez Garzón, no seré yo quien le asigne el ex, le vinieron a buscar una mañana para darle el paseillo y no le mataron físicamente, pero si profesionalmente. Amenaza velada para quienes se atrevan a buscar verdades entre determinadas élites sociales de nuestro país.
Me adhiero al titular del New York Times, "The Truth on Trial in Spain" y a la contundente y emotiva carta de su hija.
NOTA: Para los lectores de castellano, allende la península Ibérica, les comentaré que lo del
"paseíllo" es un término de la tauromaquia que designa la presentación de los diestros (toreros)
con sus respectivas cuadrillas en la plaza de toros, caballos incluidos.
Buenas noches, José,
ResponderEliminarMe ha parecido excelente la defición del término "fascismo", tomando como referente el "facha" mental que todos llevamos dentro. Y a partir de esta introducción académica, nos llevas de la mano, con ayuda de un lenguaje mucho más comprensible (para los ignorantes psicológicos como yo)hacia el episodio de nuestra historia que, todavía, no pertenece a ella; ya que el subconsciente colectivo no ha podido aniquilarla y, cuando alguien intenta "curar" la patología subyacente, se lo impide nuestro fóbico, neurótico i obseso sistema legal (y parte del social).
Creo que este blog debería ampliarse, pues la siguiente lectura tampoco me ha dejado indiferente...
Gracias y hasta pronto,
Concepción Mostazo
Muchas gracias por tus sagaces y aviesos comentarios.No hace falta ser psicólogo para que cada cual tenga su propia psicología y, lo que es más importante, buenas dosis de sentido común, como las que tu tienes.
EliminarMuchas gracias por animarme a seguir cultivando esta pequeña parcela desde la que poder esparcer por el mundo algunas reflexiones, a quien pueda interesar.