martes, 7 de febrero de 2012

Ana Oréxica y su calendario sin días

Te esperaba. Los espejos siempre necesitamos de alguien para justificar nuestra presencia. Tenía ganas de que me mirases.

¡Pues yo no! Me obligan a que te mire para que me digas que estoy muy delgada, y eso no es verdad. Estoy gorda, demasiado gorda. ¿Quién lo va a saber mejor que yo, eh?

Tú no eres tú. Es cierto que una imagen no tiene por qué ajustarse a la verdad, pero también cabría la posibilidad de que tu apreciación fuese errónea ¿no?. A los espejos nadie nos comprende pues el reflejo que devolvemos a quien se mira en nosotros, no se corresponde con la representación mental que uno tiene de sí mismo, pues a cada instante se desvanece y reconstruye.

Todos me machacan con que estoy cadavérica. Suelo no responder a eso y en mis adentros pienso que estan equivocados. ¡A la gente qué mierda le importa!

Te veo muy irritada.

No paro de discutir y pelearme con mi madre por el tema de la dichosa comida. Nos hemos llegado a estirar de los pelos revolcándonos por el piso. Mi padre ha renunciado a darme consejos o elevar advertencias. Me ha dejado ya por imposible y delega para que sea mi madre la que salte al cuadrilátero de la mesa. Sinceramente, no siento pena por ellos como tampoco la siento por mí misma.

¿Qué has comido hoy?

¿También tú vas a empezar con monsergas?........ un zumo y dos galletas, para que te enteres chafardero.

¿Y eso es suficiente para una jovencita de 16 años?

¡Ya ves que sí, aquí estoy! Tras el desayuno he caminado unas cuatro horas por ahí. Me alejaba hacia ningún lugar en concreto, no había dirección pero sí necesidad.... caminaba y caminaba sin detenerme. No noto el cansancio, apenas sudo. No sé realmente el por qué hago o dejo de hacer las cosas.

¿No te parece que has consumido más energías de las que has echado al cuerpo?

Estoy igual que antes, cabezón. A ver si te fijas bien.

Veo una mujer sin curvas, sin apenas pecho, un esqueleto envuelto en un "collage" de piel humana. ¿Qué ha sido de tu parte erótica? Es una auténtica obscenidad que te muestre así a los demás.

¿De qué tipo de porquerías me hablas? Si ser mujer es eso y sólo eso, entonces yo no quiero serlo.

Me refiero a que a las mujeres les gusta agradar, que los hombres se fijen en ellas. Realzan sus encantos, exaltan las sinuosidades de su cuerpo, las complace ser deseadas.... el deseo, ese abismo metonímico.

(Ana permanece en silencio y fuerza una mohína como si la acusasen de algo que no tiene nada que ver con ella) Fui por lo general una niña obediente, hacía los deberes, ayudaba en las labores domésticas, cuidaba de mi abuela que estaba enferma y preparaba la comida para todos, pues mis padres trabajaban los dos. Pese a todo, sacaba buenas notas en el colegio. Como no salía apenas a jugar con mis amigas y era generosa con la comida, estaba algo rellenita.
Al poco de cumplir los 13 años tuve la menarquia. ¡Vaya un asco! Qué cosa tan absurda. Me sentía sucia y aborrecía adivinar en mi interior los signos de su presencia.
Ya hace un año y medio que se me retiró y no la echo en falta ni deseo que regrese. El médico dice que ya no la tengo porque mi organismo no resistiría más pérdidas. Es curioso que algo en mis adentros se cuide de mi biología, a pesar de mi voluntad.

¿Escuchas? Es una maravillosa pieza de piano de Erick Satie, interpretada por Bill Quist.

Es agradable, aunque algo melancólica. Creo que he perdido ya la capacidad de estremecerme ante lo bello. Quizá haya sido una sensación poco experienciada por mí. En todo caso, me estás hablando de un sentimiento interno, ¿cómo saber si los dos nos estamos refiriendo a lo mismo?
No te mofes que tú aún eres más inexpresivo que yo, pastel de luz mimética y necio sincretismo.
Además ignoras que hubo un tiempo en el que hice mis pinitos con la poesía. Pasaba largos ratos sola y, pese a mis ocupaciones, siempre encontraba algún momento para dialogar conmigo misma acerca de las cosas que me sorprendían de este mundo o procuraban en mí algún tipo de emoción. Ponía una música triste de fondo y me guarecía en una pequeña cárcel de papel lleno de renglones. A propósito de la música, recuerdo haberle dedicado un poema a Piotr Illich Tchaikovski, uno de mis compositores favoritos.

Me gustaría que me lo recitases.

Está bien, pero que sepas que yo no soy ninguna rapsoda.

HOMENAJE DE LOS CISNES A TCHAIKOVSKI

El sol desenterró las ágiles acuarelas
que raptan la oscuridad de los bosques,
los colores avasallaron con quietud
los troncos resinosos, las ramas
y la hierba con sus celosías de araña;
a la vez que las ardillas presurosas del alba
desvencijaban los frutos de la madrugada.

Los pasos del joven Piotr
eran firmes y cadenciosos,
las tersas aristas de sus botines
parecían imitar las tripas del violoncelo,
instruido en frotar las piedras con el ramaje
en la búsqueda del mágico sonido.

"Quiero convertir estos bosques
en palacios de domeñado silencio,
quiero que le dicten partituras
a mi aletargada fantasía,
para que del temblor de esos pétalos
arropados por la nieve, nazcan
melodías, luz y movimiento"

Y allí estaba Illich, envuelto
entre perfumes de clarinete
con los bolsillos repletos de notas;
allí, bello entre la belleza,
primavera entre las primaveras.

DO, donde los cascanueces brincaron sobre tus hombros
RE, retornaron tus labios consumidos sobre una nube
MI, mi alma, tu alma, las almas desbordantes de besos
FA, faltarán crepúsculos en el momento de tu muerte
SOL, soles se arrugarán junto a tus sienes
LA, la persecución y el exilio de los amores condenados
SI, DO, LA, SOL, FA, MI, RE, DO, belleza, inagotable fuente


Yo no soy muy entendido, apenas sé repetir lo que me muestran, pero me ha gustado mucho. Eres una persona muy sensible, lástima que una gran mujer como tú se esté haciendo daño a sí misma, dándose hartones de "nada", cuando la vida puede estar tan llena de sentido.

No creas que por hacerme la pelota vaya a cambiar de actitud.

Hay que ver lo "desaboría" que eres. Estás más amargada que una rana en un baúl de serpientes. Sonríe, por favor, que aún es gratis.

Te crees muy gracioso. Cualquier día vas a pagar tú los platos rotos.

Hablando de platos, ya verás cómo se pone tu madre cuando descubra que has vuelto a tirar la comida por el váter, o que, la mayoría de los días, vomitas la miajita que te comes.

Prefiero sus broncas a "papear". A mi ya no me van a insultar más llamándome "fatibomba", "foca marina" y no sé qué más piropos. Me dolía mucho cuando me decían esas cosas los ¿compañeros? de clase. Fue entonces que sentí como si algo se acabara de desquebrajar dentro de mí. Decidí entonces que ya no me iban a insultar más por mi obesidad.
Empecé a comer cada vez menos. Seleccionaba todo lo que ingería en función de las calorías que podían contener. Evitaba los dulces y las grasas. La reducción de ingesta devino cada vez más drástica y mis padres comenzaron a alarmarse. Me llevaron a un montón de médicos. Todos me daban infinidad de consejos y los pediatras me recetaban vitaminas y reconstituyentes, pero, en realidad, ninguno tenía ni pajorera idea de lo que a mí me pasaba. Era una auténtica peregrinación de un sitio para otro con la consecuente frustración para ellos, pues yo no estaba dispuesta a cambiar nada.
¿No llevaban una existencia parecida los místicos o esas monjas de clausura, con sus constantes ayunos, su extrema frugalidad hacia todas las cosas? Tal vez yo sea una moderna espartana, no adiestrada para el combate con los demás, sino simplemente contra mi propia vida-muerte.

¿No estarás llevando las cosas demasidado al extremo?

Pero no me dejan. Me han postrado en la cama de un hospital con un catéter metido en la vena, inyectándome a la fuerza un suero que no me deje morir. Necesitan calmar sus conciencias y poder pensar que han hecho todo lo humanamente posible, ¿pero, es humano obligar a alguien a vivir? ¿es justa una sociedad que te convierte en una máquina de tragar y comprar cosas que realmente no necesitas para luego exigirte estar esbelta y satisfecha?

No te enrolles tanto, que hasta pensar consume energías. Déjate ya de filosofar y acepta las reglas del juego tal cual son y no me seas una existencialista que niega la existencia, valga la redundancia.

Eso me dice el "psiqui", mi infatigable "cometarros". Vino a visitarme hace un rato. Dice que tengo una leucopenia y que eso es muy serio. Me bombardea con sus preguntas y observaciones pese a que debe de darse cuenta de que ni siquiera le escucho. Ni soporto escucharle ni entiendo la mayoría de cosas que me dice. Noto que se esfuerza en comprenderme, que trata de meterse en mi propia piel. Debo de ser un gran reto para él. Se enfurece mucho cuando descubre que he vertido la comida por el lavabo o por la ventana. Yo clavo mis ojos en él, encorvada, esquiva y asustada. Creo que me siento feliz de que permita que mi madre me acompañe en la habitación. A ella también le lee la cartilla en cantidad. Dice que estamos agilipolladas y acojonadas, que nos va a despabilar a las dos, ya que no lo ha hecho mi padre. Que parte de lo que nos pasa es que no hubo en casa la función paterna.
Hay otras chicas como yo en esta misma planta. Se ve que en niños se dan menos casos. Nos hemos hecho amigas y pasamos buenos ratos criticando al doctor y paseando por todo el hospital, quemando grasas. Dispongo aquí de mis libros y mi música favorita, los posters de mis ídolos, mis cosas personales. Esto es ya como mi segunda casa, después de llevar 4 meses aquí metidas.
Elijo mi propia dieta alimenticia, aunque acabo marraneándolo todo y no como casi nada. Me ha prometido que si pido algo más de cantidad me dejará pasar el fin de semana en casa, con mi familia. Le he sonreido correspondiéndole, pero la verdad es que no sé si tal propuesta me pone contenta.
Ayer vinieron a visitarme muchas compañeras de clase. Mi familia había desfilado toda ella por aquí, pero, sinceramente, en ningún momento llegué a pensar que pudiera venir una representación del colegio. No estoy segura de que me haya agradado, pero tampoco me disgustó.
Trajeron algunos obsequios y los buenos deseos de que me cure, de parte de la Dirección, del A.P.A, profesores y todos los alumnos en general.
Debieron de sentir pena y repugnancia ante mi deplorable aspecto. Parecían asustadas como si lo mío fuese contagioso. No paraban de hablar y reir, procurando que no hubiera ni un momento de silencio. Mi hermano Ramón me dijo que se había sentido como en un circo en el que yo era una especie de esperpéntica atracción. Yo no sé qué sentí.
No sé qué es lo que dentro de mi se ha ido constriñendo poco a poco hasta caer en un estado parecido al Arahatta, al Nibbana puro. Un estado de no ansiedad y ausencia de necesidad.

Para el bebé es placentero comer aunque siente dolor en su estómago al inicio. Es trabajoso pensar y vertiginoso el desplazamiento de su cuerpo por el espacio. Aprendemos a soportar y convivir con ciertos sentimientos molestos, como los celos, la envidia, la rivalidad, y quizá la sana madurez consista en poder soportar el propio dolor de vivir y hacer consciente el que infringimos a los demás.
Los demás, Ana, ese Otro que escasamente habita en tu interior y vacía de sentido la casa de tu cuerpo, tu vida toda. Te deseo mucha suerte y que puedas seguir creciendo.

Gracias.

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