"Y de igual modo que una sola hoja no se vuelve amarilla sino con el silencioso
conocimiento del árbol entero, así el malhechor no puede cometer ninguna falta
sin la voluntad oculta de todos vosotros..."
Khalil Gibran "Sobre el crimen y el castigo" (pequeño fragmento)
La búsqueda de la verdad encuentra siempre sus enemigos, bien sea en el interior de la mente o, como no, en la realidad del mundo. Ambos oponentes son portadores de sus respectivas ideologías y ponen un gran empeño en su cometido de que la verdad no resplandezca.
Christopher Bollas, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica y de la Sociedad para estudios Psicoanalíticos de Los Angeles (U.S.A), escribió un brillante y sugerente ensayo titulado "The Fascist state of mind" (el Estado Fascista de la mente).
Nos habla de que cuando Freud abordó las partes oscuras de nuestro "self", consideró que su emergencia era la resultante de una lucha interna de distintas partes en oposición y no una simple manifestación desde la voluntad.
Lo que acabamos siendo como personas era el fruto de un balance de lucha de poderes entre la parte pulsional instintiva con la restrictiva moral (superyó) y el compungido "yo" como moderador y postulador de alianzas, ora con uno, ora con el otro. Una especie de Parlamento Mental de cariz democrático, pues todas las partes son escuchadas.
El elemento fundamental del estado fascista de la mente es la presencia de una ideología que basa su certeza en la eliminación sistemática de toda oposición, divorciados de cualquier otra experiencia ajena que les permitiese aprender algo nuevo.
Creen estar en posesión de una verdad secreta que lo explica todo y opera desde una lógica que conduce a que los hechos acaban apoyando sus axiomas ideológicos.
Todo esto ocurre paralelo a un "blindaje" donde las dudas o cualquier contrapoder son expulsados, descomplejizando el pensamiento para simplificar y minimizarlo todo.
O´Sullivan cree que el Fascismo tiene tal idea de la justicia, que desde su blindaje ideológico y la neutralización de cualquier oposición interna, justifican el poder matar a las personas contrarias a ellos. De hecho, la eliminación del mundo simbólico interno y de toda actividad polisémica, es el primer asesinato cometido por el estado Fascista de la mente, ya que lo simbólico es la verdadera subversión de lo ideológico.
Postula que en los genocidios se mata a las personas por lo que son y no por lo que hacen. Utiliza el término de "estado Fascista de la mente" para designar el escenario mental que hace posible la comisión de un genocidio, el exterminio masivo de seres humanos.
Existe un estado mental que autoriza las teorías fascistas y coincide con Wilhelm Reich y Hannah Arendt en que hay un fascista en cada uno de nosotros y que, buscamos sacarle provecho, cuando actuamos desde ese estado. Una evidencia más de la convivencia en nuestro self de procesos neuróticos y psicóticos.
Dar rienda suelta a la crueldad es uno de sus rasgos distintivos. Tras su contínua práctica, capacidades humanas, como la empatía, el perdón o la reparación son expulsadas del self. Ello junto a una identificación con partes del narcisismo destructivo, les confiere un sentimiento de superioridad y de auto admiración.
Características éstas compartidas también por las ideologías totalitarias, como reza este "catecismo revolucionario" de Mikhail Bakunin:
"Todos los tiernos sentimientos de la vida en familia, de la amistad, amor, gratitud
e incluso el honor, deben ser extinguidos por la revolución y suplantados por la
fría y exclusiva pasión por la causa revolucionaria"
Se crea la expectativa entre sus seguidores de que todas las cosas son posibles y nada está prohibido. Se expande un infinito espacio moral en el que sembrar la violencia y la dominación.
El pensamiento fascista convierte al ser humano en una nulidad a su plena disposición.
Finalizada la Guerra Civil española, el Fascismo necesitaba aniquilar todo tipo de oposición a su régimen, de ahí que los sospechosos de simpatizar con la República o con el comunismo, fueran despojados de su estatus de sujeto o ciudadanos, para reducirlos a un maldito color: el rojo de la bandera comunista con su hoz y martillo.
De todos son conocidas las numerosas delaciones que hubieron entre vecinos para, una vez liquidados, apropiarse de sus tierras, o por simples venganzas personales.
"Los rojos se comen a los niños" llegaron a vociferar los curas fascistas en iglesias repletas de analfabetos. La Memoria Histórica no se llevará a cabo en los términos planteados, porque sería el reconocimiento de que no mataron "rojos", sino personas, a menudo, las mejores personas del lugar. Para muchos otros, como mi abuelo Roque, "el paseíllo" les condujo a una cárcel donde malcomieron y fueron "reeducados" a base de paliza diaria, hasta enfermar y morir.
En el que entonces era un pequeño pueblo de la rica vega del río Segura, en Murcia, mi abuelo, un campesino de los que trabajaban de sol a sol en unas tierras arrendadas, tuvo que soportar como su hija (mi madre), con apenas 8 años, le traía algo de comida de parte de la mama, a un lugar donde supuestamente se encierra a los delincuentes o a los asesinos.
A mi padre, residente en otro pueblo cercano, con 15 años que tenía en 1.937, le quisieron matar los nacionales al entrar victoriosos en su pueblo, porque figuraba como secretario del Partido Comunista local. Y no por ser un seguidor de Marx, de quien apenas habría oído hablar, sino por ser uno de los pocos muchachos del pueblo que sabían leer y escribir. Por cierto, en su correctivo servicio militar de 3 años, que realizó en Benasque (Huesca), seguía ejerciendo de secretario, caligrafiando las cartas a las novias, de sus iletrados compañeros.
Finalmente, ironías de la vida, salvó el pellejo porque su madre, muy beata ella, había escondido a un cura en su casa para que no le matasen.
Todo quedó en un trueque de una vida por la otra. ¿Quién les devolverá sus infancias irremediablemente rotas? ¿Quién me repondrá unos abuelos estupendos de los que no pude disfrutar?
Tal como argumenta Susan Sontag, una vez degradados en lo humano y tachados de despreciables enfermos poseidos, su aniquilación ya no tiene la identidad de un genocidio, sino la de una simple intervención quirúrgica, para extirpar un tumor maligno.
El dictador Franco, muy previsor él, rehusó tomar fotografías o filmaciones de los campos de concentración y de sus matanzas. "Algún día habrá que decir que todo esto nunca ocurrió" comentó. Esto "que nunca ocurrió" acabó con las vidas de mas de 140.000 personas, una vez acabada la guerra, entre 1.939 y 1.944, más o menos.
El juez Garzón recogía la memoria de miles de personas que no podrán olvidar lo ocurrido, hasta que no entierren a sus seres queridos, a los que un día vinieron a buscar a casa para darles "el paseíllo", del que ya no regresaron jamás.
Sospechosos de ser "rojos" y culpables de ser pobres, como la gran mayoría de personas de este país. Todas estas personas deben ser rehabilitadas como buenas gentes que eran y recibir el mismo trato que recibieron las víctimas del bando de los vencedores, las poderosas minorías.
Ese fascista que todos llevamos dentro se activa con especial virulencia en los responsables de aquel genocidio y en sus descendientes. Aquello que nunca ocurrió pero sí ocurrió permanece escindido en sus conciencias y no podrá pasar al olvido mientras no se rehabilite a esos muertos de segunda categoría, que fueron los vencidos. La Guerra Civil no habrá terminado del todo por muchas generaciones que pasen, pues todo esto se transmite de padres a hijos. ¿Retorno de lo reprimido? Y esa es una verdad que me trasciende a mí y al "blindaje" de todas esas malas conciencias.
El Fascismo sigue al acecho y nos previene de que el Parlamento de nuestro escenario mental, siempre corre el riesgo de ser secuestrado.
Al juez Garzón, no seré yo quien le asigne el ex, le vinieron a buscar una mañana para darle el paseillo y no le mataron físicamente, pero si profesionalmente. Amenaza velada para quienes se atrevan a buscar verdades entre determinadas élites sociales de nuestro país.
Me adhiero al titular del New York Times, "The Truth on Trial in Spain" y a la contundente y emotiva carta de su hija.
NOTA: Para los lectores de castellano, allende la península Ibérica, les comentaré que lo del
"paseíllo" es un término de la tauromaquia que designa la presentación de los diestros (toreros)
con sus respectivas cuadrillas en la plaza de toros, caballos incluidos.
Escritos de psicología y de opinión de un Psicólogo Clínico formado en Ciencias Sociales y Políticas
domingo, 19 de febrero de 2012
martes, 7 de febrero de 2012
Ana Oréxica y su calendario sin días
Te esperaba. Los espejos siempre necesitamos de alguien para justificar nuestra presencia. Tenía ganas de que me mirases.
¡Pues yo no! Me obligan a que te mire para que me digas que estoy muy delgada, y eso no es verdad. Estoy gorda, demasiado gorda. ¿Quién lo va a saber mejor que yo, eh?
Tú no eres tú. Es cierto que una imagen no tiene por qué ajustarse a la verdad, pero también cabría la posibilidad de que tu apreciación fuese errónea ¿no?. A los espejos nadie nos comprende pues el reflejo que devolvemos a quien se mira en nosotros, no se corresponde con la representación mental que uno tiene de sí mismo, pues a cada instante se desvanece y reconstruye.
Todos me machacan con que estoy cadavérica. Suelo no responder a eso y en mis adentros pienso que estan equivocados. ¡A la gente qué mierda le importa!
Te veo muy irritada.
No paro de discutir y pelearme con mi madre por el tema de la dichosa comida. Nos hemos llegado a estirar de los pelos revolcándonos por el piso. Mi padre ha renunciado a darme consejos o elevar advertencias. Me ha dejado ya por imposible y delega para que sea mi madre la que salte al cuadrilátero de la mesa. Sinceramente, no siento pena por ellos como tampoco la siento por mí misma.
¿Qué has comido hoy?
¿También tú vas a empezar con monsergas?........ un zumo y dos galletas, para que te enteres chafardero.
¿Y eso es suficiente para una jovencita de 16 años?
¡Ya ves que sí, aquí estoy! Tras el desayuno he caminado unas cuatro horas por ahí. Me alejaba hacia ningún lugar en concreto, no había dirección pero sí necesidad.... caminaba y caminaba sin detenerme. No noto el cansancio, apenas sudo. No sé realmente el por qué hago o dejo de hacer las cosas.
¿No te parece que has consumido más energías de las que has echado al cuerpo?
Estoy igual que antes, cabezón. A ver si te fijas bien.
Veo una mujer sin curvas, sin apenas pecho, un esqueleto envuelto en un "collage" de piel humana. ¿Qué ha sido de tu parte erótica? Es una auténtica obscenidad que te muestre así a los demás.
¿De qué tipo de porquerías me hablas? Si ser mujer es eso y sólo eso, entonces yo no quiero serlo.
Me refiero a que a las mujeres les gusta agradar, que los hombres se fijen en ellas. Realzan sus encantos, exaltan las sinuosidades de su cuerpo, las complace ser deseadas.... el deseo, ese abismo metonímico.
(Ana permanece en silencio y fuerza una mohína como si la acusasen de algo que no tiene nada que ver con ella) Fui por lo general una niña obediente, hacía los deberes, ayudaba en las labores domésticas, cuidaba de mi abuela que estaba enferma y preparaba la comida para todos, pues mis padres trabajaban los dos. Pese a todo, sacaba buenas notas en el colegio. Como no salía apenas a jugar con mis amigas y era generosa con la comida, estaba algo rellenita.
Al poco de cumplir los 13 años tuve la menarquia. ¡Vaya un asco! Qué cosa tan absurda. Me sentía sucia y aborrecía adivinar en mi interior los signos de su presencia.
Ya hace un año y medio que se me retiró y no la echo en falta ni deseo que regrese. El médico dice que ya no la tengo porque mi organismo no resistiría más pérdidas. Es curioso que algo en mis adentros se cuide de mi biología, a pesar de mi voluntad.
¿Escuchas? Es una maravillosa pieza de piano de Erick Satie, interpretada por Bill Quist.
Es agradable, aunque algo melancólica. Creo que he perdido ya la capacidad de estremecerme ante lo bello. Quizá haya sido una sensación poco experienciada por mí. En todo caso, me estás hablando de un sentimiento interno, ¿cómo saber si los dos nos estamos refiriendo a lo mismo?
No te mofes que tú aún eres más inexpresivo que yo, pastel de luz mimética y necio sincretismo.
Además ignoras que hubo un tiempo en el que hice mis pinitos con la poesía. Pasaba largos ratos sola y, pese a mis ocupaciones, siempre encontraba algún momento para dialogar conmigo misma acerca de las cosas que me sorprendían de este mundo o procuraban en mí algún tipo de emoción. Ponía una música triste de fondo y me guarecía en una pequeña cárcel de papel lleno de renglones. A propósito de la música, recuerdo haberle dedicado un poema a Piotr Illich Tchaikovski, uno de mis compositores favoritos.
Me gustaría que me lo recitases.
Está bien, pero que sepas que yo no soy ninguna rapsoda.
HOMENAJE DE LOS CISNES A TCHAIKOVSKI
El sol desenterró las ágiles acuarelas
que raptan la oscuridad de los bosques,
los colores avasallaron con quietud
los troncos resinosos, las ramas
y la hierba con sus celosías de araña;
a la vez que las ardillas presurosas del alba
desvencijaban los frutos de la madrugada.
Los pasos del joven Piotr
eran firmes y cadenciosos,
las tersas aristas de sus botines
parecían imitar las tripas del violoncelo,
instruido en frotar las piedras con el ramaje
en la búsqueda del mágico sonido.
"Quiero convertir estos bosques
en palacios de domeñado silencio,
quiero que le dicten partituras
a mi aletargada fantasía,
para que del temblor de esos pétalos
arropados por la nieve, nazcan
melodías, luz y movimiento"
Y allí estaba Illich, envuelto
entre perfumes de clarinete
con los bolsillos repletos de notas;
allí, bello entre la belleza,
primavera entre las primaveras.
DO, donde los cascanueces brincaron sobre tus hombros
RE, retornaron tus labios consumidos sobre una nube
MI, mi alma, tu alma, las almas desbordantes de besos
FA, faltarán crepúsculos en el momento de tu muerte
SOL, soles se arrugarán junto a tus sienes
LA, la persecución y el exilio de los amores condenados
SI, DO, LA, SOL, FA, MI, RE, DO, belleza, inagotable fuente
Yo no soy muy entendido, apenas sé repetir lo que me muestran, pero me ha gustado mucho. Eres una persona muy sensible, lástima que una gran mujer como tú se esté haciendo daño a sí misma, dándose hartones de "nada", cuando la vida puede estar tan llena de sentido.
No creas que por hacerme la pelota vaya a cambiar de actitud.
Hay que ver lo "desaboría" que eres. Estás más amargada que una rana en un baúl de serpientes. Sonríe, por favor, que aún es gratis.
Te crees muy gracioso. Cualquier día vas a pagar tú los platos rotos.
Hablando de platos, ya verás cómo se pone tu madre cuando descubra que has vuelto a tirar la comida por el váter, o que, la mayoría de los días, vomitas la miajita que te comes.
Prefiero sus broncas a "papear". A mi ya no me van a insultar más llamándome "fatibomba", "foca marina" y no sé qué más piropos. Me dolía mucho cuando me decían esas cosas los ¿compañeros? de clase. Fue entonces que sentí como si algo se acabara de desquebrajar dentro de mí. Decidí entonces que ya no me iban a insultar más por mi obesidad.
Empecé a comer cada vez menos. Seleccionaba todo lo que ingería en función de las calorías que podían contener. Evitaba los dulces y las grasas. La reducción de ingesta devino cada vez más drástica y mis padres comenzaron a alarmarse. Me llevaron a un montón de médicos. Todos me daban infinidad de consejos y los pediatras me recetaban vitaminas y reconstituyentes, pero, en realidad, ninguno tenía ni pajorera idea de lo que a mí me pasaba. Era una auténtica peregrinación de un sitio para otro con la consecuente frustración para ellos, pues yo no estaba dispuesta a cambiar nada.
¿No llevaban una existencia parecida los místicos o esas monjas de clausura, con sus constantes ayunos, su extrema frugalidad hacia todas las cosas? Tal vez yo sea una moderna espartana, no adiestrada para el combate con los demás, sino simplemente contra mi propia vida-muerte.
¿No estarás llevando las cosas demasidado al extremo?
Pero no me dejan. Me han postrado en la cama de un hospital con un catéter metido en la vena, inyectándome a la fuerza un suero que no me deje morir. Necesitan calmar sus conciencias y poder pensar que han hecho todo lo humanamente posible, ¿pero, es humano obligar a alguien a vivir? ¿es justa una sociedad que te convierte en una máquina de tragar y comprar cosas que realmente no necesitas para luego exigirte estar esbelta y satisfecha?
No te enrolles tanto, que hasta pensar consume energías. Déjate ya de filosofar y acepta las reglas del juego tal cual son y no me seas una existencialista que niega la existencia, valga la redundancia.
Eso me dice el "psiqui", mi infatigable "cometarros". Vino a visitarme hace un rato. Dice que tengo una leucopenia y que eso es muy serio. Me bombardea con sus preguntas y observaciones pese a que debe de darse cuenta de que ni siquiera le escucho. Ni soporto escucharle ni entiendo la mayoría de cosas que me dice. Noto que se esfuerza en comprenderme, que trata de meterse en mi propia piel. Debo de ser un gran reto para él. Se enfurece mucho cuando descubre que he vertido la comida por el lavabo o por la ventana. Yo clavo mis ojos en él, encorvada, esquiva y asustada. Creo que me siento feliz de que permita que mi madre me acompañe en la habitación. A ella también le lee la cartilla en cantidad. Dice que estamos agilipolladas y acojonadas, que nos va a despabilar a las dos, ya que no lo ha hecho mi padre. Que parte de lo que nos pasa es que no hubo en casa la función paterna.
Hay otras chicas como yo en esta misma planta. Se ve que en niños se dan menos casos. Nos hemos hecho amigas y pasamos buenos ratos criticando al doctor y paseando por todo el hospital, quemando grasas. Dispongo aquí de mis libros y mi música favorita, los posters de mis ídolos, mis cosas personales. Esto es ya como mi segunda casa, después de llevar 4 meses aquí metidas.
Elijo mi propia dieta alimenticia, aunque acabo marraneándolo todo y no como casi nada. Me ha prometido que si pido algo más de cantidad me dejará pasar el fin de semana en casa, con mi familia. Le he sonreido correspondiéndole, pero la verdad es que no sé si tal propuesta me pone contenta.
Ayer vinieron a visitarme muchas compañeras de clase. Mi familia había desfilado toda ella por aquí, pero, sinceramente, en ningún momento llegué a pensar que pudiera venir una representación del colegio. No estoy segura de que me haya agradado, pero tampoco me disgustó.
Trajeron algunos obsequios y los buenos deseos de que me cure, de parte de la Dirección, del A.P.A, profesores y todos los alumnos en general.
Debieron de sentir pena y repugnancia ante mi deplorable aspecto. Parecían asustadas como si lo mío fuese contagioso. No paraban de hablar y reir, procurando que no hubiera ni un momento de silencio. Mi hermano Ramón me dijo que se había sentido como en un circo en el que yo era una especie de esperpéntica atracción. Yo no sé qué sentí.
No sé qué es lo que dentro de mi se ha ido constriñendo poco a poco hasta caer en un estado parecido al Arahatta, al Nibbana puro. Un estado de no ansiedad y ausencia de necesidad.
Para el bebé es placentero comer aunque siente dolor en su estómago al inicio. Es trabajoso pensar y vertiginoso el desplazamiento de su cuerpo por el espacio. Aprendemos a soportar y convivir con ciertos sentimientos molestos, como los celos, la envidia, la rivalidad, y quizá la sana madurez consista en poder soportar el propio dolor de vivir y hacer consciente el que infringimos a los demás.
Los demás, Ana, ese Otro que escasamente habita en tu interior y vacía de sentido la casa de tu cuerpo, tu vida toda. Te deseo mucha suerte y que puedas seguir creciendo.
Gracias.
¡Pues yo no! Me obligan a que te mire para que me digas que estoy muy delgada, y eso no es verdad. Estoy gorda, demasiado gorda. ¿Quién lo va a saber mejor que yo, eh?
Tú no eres tú. Es cierto que una imagen no tiene por qué ajustarse a la verdad, pero también cabría la posibilidad de que tu apreciación fuese errónea ¿no?. A los espejos nadie nos comprende pues el reflejo que devolvemos a quien se mira en nosotros, no se corresponde con la representación mental que uno tiene de sí mismo, pues a cada instante se desvanece y reconstruye.
Todos me machacan con que estoy cadavérica. Suelo no responder a eso y en mis adentros pienso que estan equivocados. ¡A la gente qué mierda le importa!
Te veo muy irritada.
No paro de discutir y pelearme con mi madre por el tema de la dichosa comida. Nos hemos llegado a estirar de los pelos revolcándonos por el piso. Mi padre ha renunciado a darme consejos o elevar advertencias. Me ha dejado ya por imposible y delega para que sea mi madre la que salte al cuadrilátero de la mesa. Sinceramente, no siento pena por ellos como tampoco la siento por mí misma.
¿Qué has comido hoy?
¿También tú vas a empezar con monsergas?........ un zumo y dos galletas, para que te enteres chafardero.
¿Y eso es suficiente para una jovencita de 16 años?
¡Ya ves que sí, aquí estoy! Tras el desayuno he caminado unas cuatro horas por ahí. Me alejaba hacia ningún lugar en concreto, no había dirección pero sí necesidad.... caminaba y caminaba sin detenerme. No noto el cansancio, apenas sudo. No sé realmente el por qué hago o dejo de hacer las cosas.
¿No te parece que has consumido más energías de las que has echado al cuerpo?
Estoy igual que antes, cabezón. A ver si te fijas bien.
Veo una mujer sin curvas, sin apenas pecho, un esqueleto envuelto en un "collage" de piel humana. ¿Qué ha sido de tu parte erótica? Es una auténtica obscenidad que te muestre así a los demás.
¿De qué tipo de porquerías me hablas? Si ser mujer es eso y sólo eso, entonces yo no quiero serlo.
Me refiero a que a las mujeres les gusta agradar, que los hombres se fijen en ellas. Realzan sus encantos, exaltan las sinuosidades de su cuerpo, las complace ser deseadas.... el deseo, ese abismo metonímico.
(Ana permanece en silencio y fuerza una mohína como si la acusasen de algo que no tiene nada que ver con ella) Fui por lo general una niña obediente, hacía los deberes, ayudaba en las labores domésticas, cuidaba de mi abuela que estaba enferma y preparaba la comida para todos, pues mis padres trabajaban los dos. Pese a todo, sacaba buenas notas en el colegio. Como no salía apenas a jugar con mis amigas y era generosa con la comida, estaba algo rellenita.
Al poco de cumplir los 13 años tuve la menarquia. ¡Vaya un asco! Qué cosa tan absurda. Me sentía sucia y aborrecía adivinar en mi interior los signos de su presencia.
Ya hace un año y medio que se me retiró y no la echo en falta ni deseo que regrese. El médico dice que ya no la tengo porque mi organismo no resistiría más pérdidas. Es curioso que algo en mis adentros se cuide de mi biología, a pesar de mi voluntad.
¿Escuchas? Es una maravillosa pieza de piano de Erick Satie, interpretada por Bill Quist.
Es agradable, aunque algo melancólica. Creo que he perdido ya la capacidad de estremecerme ante lo bello. Quizá haya sido una sensación poco experienciada por mí. En todo caso, me estás hablando de un sentimiento interno, ¿cómo saber si los dos nos estamos refiriendo a lo mismo?
No te mofes que tú aún eres más inexpresivo que yo, pastel de luz mimética y necio sincretismo.
Además ignoras que hubo un tiempo en el que hice mis pinitos con la poesía. Pasaba largos ratos sola y, pese a mis ocupaciones, siempre encontraba algún momento para dialogar conmigo misma acerca de las cosas que me sorprendían de este mundo o procuraban en mí algún tipo de emoción. Ponía una música triste de fondo y me guarecía en una pequeña cárcel de papel lleno de renglones. A propósito de la música, recuerdo haberle dedicado un poema a Piotr Illich Tchaikovski, uno de mis compositores favoritos.
Me gustaría que me lo recitases.
Está bien, pero que sepas que yo no soy ninguna rapsoda.
HOMENAJE DE LOS CISNES A TCHAIKOVSKI
El sol desenterró las ágiles acuarelas
que raptan la oscuridad de los bosques,
los colores avasallaron con quietud
los troncos resinosos, las ramas
y la hierba con sus celosías de araña;
a la vez que las ardillas presurosas del alba
desvencijaban los frutos de la madrugada.
Los pasos del joven Piotr
eran firmes y cadenciosos,
las tersas aristas de sus botines
parecían imitar las tripas del violoncelo,
instruido en frotar las piedras con el ramaje
en la búsqueda del mágico sonido.
"Quiero convertir estos bosques
en palacios de domeñado silencio,
quiero que le dicten partituras
a mi aletargada fantasía,
para que del temblor de esos pétalos
arropados por la nieve, nazcan
melodías, luz y movimiento"
Y allí estaba Illich, envuelto
entre perfumes de clarinete
con los bolsillos repletos de notas;
allí, bello entre la belleza,
primavera entre las primaveras.
DO, donde los cascanueces brincaron sobre tus hombros
RE, retornaron tus labios consumidos sobre una nube
MI, mi alma, tu alma, las almas desbordantes de besos
FA, faltarán crepúsculos en el momento de tu muerte
SOL, soles se arrugarán junto a tus sienes
LA, la persecución y el exilio de los amores condenados
SI, DO, LA, SOL, FA, MI, RE, DO, belleza, inagotable fuente
Yo no soy muy entendido, apenas sé repetir lo que me muestran, pero me ha gustado mucho. Eres una persona muy sensible, lástima que una gran mujer como tú se esté haciendo daño a sí misma, dándose hartones de "nada", cuando la vida puede estar tan llena de sentido.
No creas que por hacerme la pelota vaya a cambiar de actitud.
Hay que ver lo "desaboría" que eres. Estás más amargada que una rana en un baúl de serpientes. Sonríe, por favor, que aún es gratis.
Te crees muy gracioso. Cualquier día vas a pagar tú los platos rotos.
Hablando de platos, ya verás cómo se pone tu madre cuando descubra que has vuelto a tirar la comida por el váter, o que, la mayoría de los días, vomitas la miajita que te comes.
Prefiero sus broncas a "papear". A mi ya no me van a insultar más llamándome "fatibomba", "foca marina" y no sé qué más piropos. Me dolía mucho cuando me decían esas cosas los ¿compañeros? de clase. Fue entonces que sentí como si algo se acabara de desquebrajar dentro de mí. Decidí entonces que ya no me iban a insultar más por mi obesidad.
Empecé a comer cada vez menos. Seleccionaba todo lo que ingería en función de las calorías que podían contener. Evitaba los dulces y las grasas. La reducción de ingesta devino cada vez más drástica y mis padres comenzaron a alarmarse. Me llevaron a un montón de médicos. Todos me daban infinidad de consejos y los pediatras me recetaban vitaminas y reconstituyentes, pero, en realidad, ninguno tenía ni pajorera idea de lo que a mí me pasaba. Era una auténtica peregrinación de un sitio para otro con la consecuente frustración para ellos, pues yo no estaba dispuesta a cambiar nada.
¿No llevaban una existencia parecida los místicos o esas monjas de clausura, con sus constantes ayunos, su extrema frugalidad hacia todas las cosas? Tal vez yo sea una moderna espartana, no adiestrada para el combate con los demás, sino simplemente contra mi propia vida-muerte.
¿No estarás llevando las cosas demasidado al extremo?
Pero no me dejan. Me han postrado en la cama de un hospital con un catéter metido en la vena, inyectándome a la fuerza un suero que no me deje morir. Necesitan calmar sus conciencias y poder pensar que han hecho todo lo humanamente posible, ¿pero, es humano obligar a alguien a vivir? ¿es justa una sociedad que te convierte en una máquina de tragar y comprar cosas que realmente no necesitas para luego exigirte estar esbelta y satisfecha?
No te enrolles tanto, que hasta pensar consume energías. Déjate ya de filosofar y acepta las reglas del juego tal cual son y no me seas una existencialista que niega la existencia, valga la redundancia.
Eso me dice el "psiqui", mi infatigable "cometarros". Vino a visitarme hace un rato. Dice que tengo una leucopenia y que eso es muy serio. Me bombardea con sus preguntas y observaciones pese a que debe de darse cuenta de que ni siquiera le escucho. Ni soporto escucharle ni entiendo la mayoría de cosas que me dice. Noto que se esfuerza en comprenderme, que trata de meterse en mi propia piel. Debo de ser un gran reto para él. Se enfurece mucho cuando descubre que he vertido la comida por el lavabo o por la ventana. Yo clavo mis ojos en él, encorvada, esquiva y asustada. Creo que me siento feliz de que permita que mi madre me acompañe en la habitación. A ella también le lee la cartilla en cantidad. Dice que estamos agilipolladas y acojonadas, que nos va a despabilar a las dos, ya que no lo ha hecho mi padre. Que parte de lo que nos pasa es que no hubo en casa la función paterna.
Hay otras chicas como yo en esta misma planta. Se ve que en niños se dan menos casos. Nos hemos hecho amigas y pasamos buenos ratos criticando al doctor y paseando por todo el hospital, quemando grasas. Dispongo aquí de mis libros y mi música favorita, los posters de mis ídolos, mis cosas personales. Esto es ya como mi segunda casa, después de llevar 4 meses aquí metidas.
Elijo mi propia dieta alimenticia, aunque acabo marraneándolo todo y no como casi nada. Me ha prometido que si pido algo más de cantidad me dejará pasar el fin de semana en casa, con mi familia. Le he sonreido correspondiéndole, pero la verdad es que no sé si tal propuesta me pone contenta.
Ayer vinieron a visitarme muchas compañeras de clase. Mi familia había desfilado toda ella por aquí, pero, sinceramente, en ningún momento llegué a pensar que pudiera venir una representación del colegio. No estoy segura de que me haya agradado, pero tampoco me disgustó.
Trajeron algunos obsequios y los buenos deseos de que me cure, de parte de la Dirección, del A.P.A, profesores y todos los alumnos en general.
Debieron de sentir pena y repugnancia ante mi deplorable aspecto. Parecían asustadas como si lo mío fuese contagioso. No paraban de hablar y reir, procurando que no hubiera ni un momento de silencio. Mi hermano Ramón me dijo que se había sentido como en un circo en el que yo era una especie de esperpéntica atracción. Yo no sé qué sentí.
No sé qué es lo que dentro de mi se ha ido constriñendo poco a poco hasta caer en un estado parecido al Arahatta, al Nibbana puro. Un estado de no ansiedad y ausencia de necesidad.
Para el bebé es placentero comer aunque siente dolor en su estómago al inicio. Es trabajoso pensar y vertiginoso el desplazamiento de su cuerpo por el espacio. Aprendemos a soportar y convivir con ciertos sentimientos molestos, como los celos, la envidia, la rivalidad, y quizá la sana madurez consista en poder soportar el propio dolor de vivir y hacer consciente el que infringimos a los demás.
Los demás, Ana, ese Otro que escasamente habita en tu interior y vacía de sentido la casa de tu cuerpo, tu vida toda. Te deseo mucha suerte y que puedas seguir creciendo.
Gracias.
lunes, 6 de febrero de 2012
Ana Oréxica (Cont.)
Si bien el texto es una invención que pergeñé en el año 1.994 y que he sometido a un ligero maquillaje, pretendía sin embargo plantear los principales enigmas del cuadro anoréxico.
De haber sido posible tal diálogo, no habría estado presente semejante trastorno, pues sabido es por todos los profesionales, lo difícil que es establecer una alianza terapéutica y una transferencia de trabajo y confianza con este tipo de pacientes, féminas por lo general, pero con incremento de su presencia entre varones en los tiempos actuales.
Sirva este escrito y su posterior reflexión como sentido y sincero homenaje al que fue uno de los pioneros en España en el abordaje de dicha casuística, cuando aun apenas era conocida por la población en general.
Me estoy refiriendo al médico-psiquiatra Dr.Francisco Palomero Dominguez (R.I.P), un inteligente y sagaz clínico salmantino afincado en Barcelona, de castiza sobriedad y siempre fiel a su pipa (generalmente apagada), que salvó la vida a muchísimas de estas enfermas y con quien tuve el honor de formarme durante varios años.
Sintetizando al máximo su forma de proceder, os diré que su método (muy difícil de transmitir desde el corpus teórico) consistía en ingresar a la paciente con acompañamiento familiar (generalmente la madre) durante un período promedio de entre 3 y 6 meses, que posteriormente recibía un seguimiento de tipo ambulatorio.
Él solía llevar los casos más difíciles, no sólo los trastornos de la alimentación. Recuerdo con emoción aquellos días en los que me había interrogado al final de una sesión: ¿qué te parece que era este caso?. Yo había registrado algunos aspectos fóbicos y cierto histerismo en los procederes, pero lo último que habría pensado es que aquella hermosa mujer, casada y madre de una criatura, había sido una anoréxica.
Trabajaba el vínculo afectivo con la madre, restituyéndole el poder que había perdido con la hija (madres sometidas y asustadas por la amenaza de muerte que planeaba sobre sus hijas), y desde el manejo de la transferencia introducía esa terceridad hasta la fecha ausente que era la figura del padre, la ley (lo que los lacanianos designan como la forclusión del Nombre del Padre).
Ponía el hambre de curarlas del que ellas carecían y si era necesario les mostraba en espejo sus conductas obscenas y aberrantes, rompiendo el plato en su presencia, metáfora de un "ser" hecho añicos.
Hablaba, escuchaba y luchaba con convicción, actitudes actualmente inexistentes en la mayoría de programas terapéuticos que se aplican, con índices de éxitos bajísimos o nulos.
De haber vivido en los Estados Unidos, al Dr.Palomero y su equipo le habrían montado una clínica por todo lo alto y le habrían apoyado, pues me consta que en esa federación de estados saben reconocer la valía a quien la tiene, sin distinción de castas o procedencias.
Aquí no supimos pensar con largas miras y con él se fue también su escuela, pues sabido es que en España, o perteneces a alguna cofradía o te quedas sin Feria.
¿Será por aquello de que nadie es profeta en su tierra, o de que, en definitiva, los españoles no tenemos tierra?
Un saludo muy especial para quienes me leen desde Mountain View (U.S.A) o desde Groningen (Holanda)
De haber sido posible tal diálogo, no habría estado presente semejante trastorno, pues sabido es por todos los profesionales, lo difícil que es establecer una alianza terapéutica y una transferencia de trabajo y confianza con este tipo de pacientes, féminas por lo general, pero con incremento de su presencia entre varones en los tiempos actuales.
Sirva este escrito y su posterior reflexión como sentido y sincero homenaje al que fue uno de los pioneros en España en el abordaje de dicha casuística, cuando aun apenas era conocida por la población en general.
Me estoy refiriendo al médico-psiquiatra Dr.Francisco Palomero Dominguez (R.I.P), un inteligente y sagaz clínico salmantino afincado en Barcelona, de castiza sobriedad y siempre fiel a su pipa (generalmente apagada), que salvó la vida a muchísimas de estas enfermas y con quien tuve el honor de formarme durante varios años.
Sintetizando al máximo su forma de proceder, os diré que su método (muy difícil de transmitir desde el corpus teórico) consistía en ingresar a la paciente con acompañamiento familiar (generalmente la madre) durante un período promedio de entre 3 y 6 meses, que posteriormente recibía un seguimiento de tipo ambulatorio.
Él solía llevar los casos más difíciles, no sólo los trastornos de la alimentación. Recuerdo con emoción aquellos días en los que me había interrogado al final de una sesión: ¿qué te parece que era este caso?. Yo había registrado algunos aspectos fóbicos y cierto histerismo en los procederes, pero lo último que habría pensado es que aquella hermosa mujer, casada y madre de una criatura, había sido una anoréxica.
Trabajaba el vínculo afectivo con la madre, restituyéndole el poder que había perdido con la hija (madres sometidas y asustadas por la amenaza de muerte que planeaba sobre sus hijas), y desde el manejo de la transferencia introducía esa terceridad hasta la fecha ausente que era la figura del padre, la ley (lo que los lacanianos designan como la forclusión del Nombre del Padre).
Ponía el hambre de curarlas del que ellas carecían y si era necesario les mostraba en espejo sus conductas obscenas y aberrantes, rompiendo el plato en su presencia, metáfora de un "ser" hecho añicos.
Hablaba, escuchaba y luchaba con convicción, actitudes actualmente inexistentes en la mayoría de programas terapéuticos que se aplican, con índices de éxitos bajísimos o nulos.
De haber vivido en los Estados Unidos, al Dr.Palomero y su equipo le habrían montado una clínica por todo lo alto y le habrían apoyado, pues me consta que en esa federación de estados saben reconocer la valía a quien la tiene, sin distinción de castas o procedencias.
Aquí no supimos pensar con largas miras y con él se fue también su escuela, pues sabido es que en España, o perteneces a alguna cofradía o te quedas sin Feria.
¿Será por aquello de que nadie es profeta en su tierra, o de que, en definitiva, los españoles no tenemos tierra?
Un saludo muy especial para quienes me leen desde Mountain View (U.S.A) o desde Groningen (Holanda)
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