Como era preceptivo, el dictador Francisco Franco se instaló en Madrid para desde allí gobernar con mano férrea esa España disfuncional de la que nos habla el Dr. Ramón Andreu.
Paradógicamente, las zonas más industrializadas del territorio peninsular se ubicaban en el norte en el País Vasco o en Catalunya, por lo que viajar a la capital a resolver asuntos burocráticos era un continuo y dicha circunstancia propició la aparición de "mi Hombre en Madrid"
Cualquier empresa que se preciase y aspirase a crecer, no tenía otra que disponer de un buen contacto en Madrid que, en la postguerra, no podía ser sino un hombre, un influyente varón adepto al Régimen y con poder de influencia en los respectivos Ministerios. El compadreo, la retirada de la caspa del hombro del jefe y la circulación de obsequios y todo tipo de dádivas estaban a la orden del día en una sociedad corrupta y prepotente que se ensañaba con las clases humildes y usaban a los niños y las mujeres como objetos de placer a su disposición. Los vencedores se cobraron con creces las vidas de los suyos. No repetiré de nuevo eso de que los cuerpos de los perdedores yacen aún en las cunetas.
En el interín del inicio de mis estudios de psicología, trabajé. unos años en el departamento de importación/exportación de una empresa catalana cuya identidad mantendré en el anonimato para evitarme futuras molestias y porque la mayoría de sus actores ya pasaron a mejor vida.
Dicha empresa tenía en "nómina" a su Hombre de Madrid, con grandes e influyentes amigos en la Villa y Corte. Dicho singular personaje poseía ciertos poderes alquímicos que le permitían transmutar una licencia de importación de régimen Globalizado, en otra Liberalizada que te autorizaba a comprar cualquier cantidad de ese producto, sin restricción alguna. ¿Era eso legal? No. ¡Pringó alguien?, tampoco. Las mordidas y los favores formaban parte de las reglas de juego del Sistema.
La empresa de Barcelona se beneficiaba y en Madrid todos contentos porque se enriquecían con una mediación que tampoco les perjudicaba ni les tocaba su pan. Si a un señor presidente de un club de fútbol muy prestigiado le recalifican unos terrenos y pasan a valer un montón de millones más, no hay que dar ninguna explicación porque beneficia a Madrid que es la marca España. No deja de ser otra de las prácticas "inteligentes" muy en uso en este país harto centrípeto.
A nadie se le escapa que el Real Madrid era el equipo de Paquito "el cañero" y es de sospechar que no les hacía falta comprar a los árbitros porque ya de sí consumían marca blanca si optaban a seguir teniendo futuro en la Federación Española de Fútbol. Las leyes no escritas se graban con más fuerza que las escritas.
¿Se va a preguntar la Fiscalía si el Barça necesitaba su Hombre en Madrid? Si más que repartirse las ayudas arbitrales, de lo que se trataba era de estar al tanto de lo que se cocía en la olla a presión del palco del Bernabeu. ¿Por qué los medios están ofreciendo tanta cobertura a los Barça leaks? Ahora que el odio a los catalanes por el independentismo se ha rebajado un poco, ¿hay que seguir denigrando todo lo catalán?
¿Están ya planificando el siguiente bombardeo de Barcelona? Han pasado más de 50 años, o sea que ya toca. No puedo ocultar que soy futbolero y "culer" desde que veía a mis 10 años algún partido en blanco y negro bajo la mesa de un bar, que era el lugar de los niños. Se me ocurre una pregunta afirmación para finalizar este humilde escrito: alguien que realmente entienda de fútbol se le ocurre pensar que el equipo de Messi, Xavi, Iniesta y compañía necesitaba de los árbitros para ganar los partidos? ¡ Visca el Barçai visca Catalunya!
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