Tampoco la cultura puede sustraerse de las modas. Las guerras siempre son contestadas por movimientos pacifistas como hicieron los hippies en los años 70.
La posibilidad de enfrentamientos violentos. entre individuos, colectivos, clubes, asociaciones, familias, territorios o naciones, forma parte de la condición humana como ya lo fundamentó S.Freud en su correspondencia con A.Einstein, a solicitud de la Liga de Naciones, allá por el 1932.
En la actualidad tiene mucho empuje el binomio machismo-feminismo y una importante corriente happy flowers o "buenistas", totalmente contrarios a cualquier forma de violencia, sea verbal o física, al punto de que a los hijos no se les puede contravenir en nada y ni mucho menos levantarles la mano, no vaya a ser que se traumaticen. Ni mucho menos estoy preconizando el uso de la agresión física por delante de la palabra o el razonamiento, pero les aseguro de que hay situaciones en las que sólo un buen cachete puede parar un exceso de excitación en una criatura incapaz de escuchar o atender a razones.
Acciones puntuales de esta índole no tienen porque ser traumáticas para nadie sino son reiteradas o desproporcionadas. Y por el contrario, el no poner límites a los niños tiene consecuencias nefastas en el futuro en cuanto a la formación del carácter y generación de patología mental.
Todas las revoluciones y conquistas de derechos sociales han pasado inevitablemente por el uso de la violencia. Esta breve introducción me da pie a hablar del reciente enfrentamiento de ese tal Chris Rock, reconocido periodista y presentador de televisión, que se ganó a pulso ese híbrido entre bofetada y puñetazo que le propinó el actor nominado a Oscar, Will Smith.
Fue el broche final por reiteración a esa verborrea de chiste capcioso, de mal gusto y vejatorio del derecho a la intimidad de las personas, exhibido por ese tal Rock, tan duro de mollera como indica su apellido. No es preceptivo bromear con las afecciones de salud de los demás, había mucha carga de violencia verbal en esos comentarios del presentador, quien comprobó que el siembra vientos recoge tempestades.
La alopecia, definida clínicamente como enfermedad o trastorno auto inmune, no deja de tener un componente emocional importante, que la psicosomática explica como caída del cabello reactiva a una situación de estrés y prolongado sufrimiento psíquico, que incluye dos de los demasiados de los que nos habla el doctor Ramón Andreu en sus libros: demasiado intenso y demasiado tiempo (falta el demasiado precoz).
Will Smith ha compartido ese sufrimiento con su esposa y cuando observó su reacción de sorpresa y estupor, reaccionó en su defensa, usando primero la palabra y más tarde la fuerza física. ¿Pudo haber reprimido la respuesta y manifestar su enojo posteriormente al agresor detrás de las cámaras? Quizás sí, pero cuando nos pisan nos solemos quejar al momento y no media hora después.
En la escuela me enseñaron que el viento no era más que el aire puesto en movimiento. Las soeces e inoportunas palabras de ese arrogante presentador, salían como aire pestilente de su boca y llegaron cual huracán a los oídos del actor.
El broche derecha-izquierda de Will Smith no fue más que un movimiento corrector sobre la cara dura de un personaje público demasiado endiosado, que fue obligado a aterrizar para aprender una lección, como tantas otras que nos da la vida y que muchos reciben a peso de plomo.
Me creo que las disculpas debieren venir por ambas partes y estoy en total desacuerdo con quienes ven una acción machista en esta respuesta airada. Si hubiese sido una lesbiana. que defiende así a su pareja ¿de qué lo habríamos etiquetado? ¿de gran gesta feminista tal vez?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario