Hace casi 30 años recibía un paciente recaudador que debía estar siempre localizable y entrar en comunicación con cada cliente para concertar la cita. Llevaba consigo un teléfono portátil, consistente en un pesado maletín, que le permitía no tener que acudir en busca de cabinas telefónicas a cada rato y además, sin la certeza de que estuviesen en buen uso.
Ese enorme maletín se ha visto reducido a un pequeño dispositivo de escasos gramos de peso y fácilmente manejable. Casi todo el mundo lleva uno consigo y pone a nuestro alcance hablar con los demás y enviar o recibir información o mensajes, a través de internet. No cabe la menor duda de que la telefonía móvil ha representado un gran avance para facilitar la comunicación de las personas a distancia, a la par que se le niega el saludo al vecino o evitamos preguntar nada a nadie en esas calles que se han convertido en pasarelas de zombis. Aun así siempre será mejor llevar un móvil en la mano o en el bolsillo, antes que un revolver con el que cortar la comunicación con los que se acerquen de mal rollo.
El móvil se nos presenta como una golosina a la que no nos podemos resistir. Es difícil no cogerlo si está al alcance de la mano y dejar de comprobar si nos ha llegado algún mensaje o novedad, por lo que la noción del tiempo adquirida se nos trastoca al punto de que todo ha de ser al instante y no se acepta otra respuesta que el "ya". Muchos padres regalan un móvil a sus hijos de corta edad para tenerlos controlados y no tener que soportar sus angustias de separación y confianza en la espera y en la providencia. Sus hijos lo usarán, a su vez, para controlar a sus amiguetes y novietas. Caemos entonces en una espiral en la que cada vez se crea más software espía, que induce a la creación de otro nuevo software para desactivarlo y así sucesivamente.
Al final con el móvil, cada cual va a hacer un uso acorde a sus características de personalidad, el neurótico común y tranquilo le asignará un espacio-tiempo de uso como se lo asigna a las demás cosas de su vida, el obsesivo se pasará la mayor parte del día controlando a determinadas personas mientras se debate internamente en la angustia de si actuar o no; el fóbico se asomará por las "windows" desde sus miedos y el más perverso o psicopatón querrá sacarle tajada a sus ideas criminales para sisearnos la pasta o para robar la inocencia de personas incautas o excesivamente "happy flowers", que les llaman ahora.
El tímido lo utilizará para esconder su ruborización, el extrovertido o narcisista para mostrar sus intimidades sin ningún recato, y el acosador para esconder su vil cobardía.
Las personas más maduras encontrarán en el celular un inanimado auxiliar de su "yo", que le será muy útil para desplegar sus partes comunicativas y creativas, mientras que personalidades más inmaduras o psicóticas generarán vínculos objetales fusionales o adhesivos de extrema dependencia, de manera que la vida les parecerá impensable sin su mini terminal radiactiva, siendo capaces de padecer ataques de ansiedad u otras somatizaciones, en caso de pérdida o sustracción.
Esa tableta de "chocolate de cacaochips" adquirirá la función de un sexto dedo, que alucinarán como amputado cuando no esté a su alcance, pudiendo tener alucinaciones tipo miembro fantasma.
Creo que uno de los mayores riesgos para estos jóvenes usuarios consiste en la posible remoción de aspectos regresivos de la personalidad, supuestamente ya superados, y me estoy refiriendo a la reactivación de los antiguos objetos omniscientes, omnipotentes y omnipresentes sobre el objeto "móvil", con menoscabo de parte de la realidad psíquica interna ya adquirida y que nos fue útil para aceptar cierto nivel de frustraciones y hacernos comprender que debíamos de conseguir las cosas con nuestro propio esfuerzo, con una visión más realista y cercana a lo que es la vida.
En una etapa tan convulsa, difícil y ambivalente como es la adolescencia, el móvil, con todo ese arsenal de promesas que encierra, puede alimentar esa predisposición innata que todos tenemos hacia la vagancia y la desidia, a conseguirlo todo por la vía fácil y rápida. Si todo está al alcance de mis dedos tricoteando unas cuantas teclas, ¿para qué me voy a mover? (acabo de ver una publicidad que te incita a buscar trabajo con el celular.
No olvidemos que smart phone significa teléfono inteligente y no nos queda más remedio que ser más inteligente que él desde lo racional y lo emocional, o acabaremos siendo su esclavo, como ya le está ocurriendo a muchas personas. Y acabo que me están llamando...jajaja.
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