sábado, 3 de enero de 2015

"La letra con sangre entra" (cont.)

Lejos quedaron los días (años 50 y 60) del mamporro ante el encerado y la mirada asustada de los compañeros cuando uno cometía una falta de ortografía durante el dictado del maestro.
¿Es una cuestión de estética escribir correctamente, o alberga implicaciones más profundas?  Estamos constatando una progresiva degradación de "la lettre", de la escritura.

La charlatanería y el pensamiento único fanatizado ha desvitalizado el poder de la palabra escrita, el poder-en-ser del significante inscrito en nuestro interior. Nuestros cuerpos se transforman en superficies bidimensionales, emborronadas y laceradas por múltiples tatuajes que dibujan en la superficie de la piel, cual marca en la res, lo que somos incapaces de inscribir en nuestro interior como representación mental o figurabilidad capaz de dinamizar el mundo simbólico. Ahí radica la gran diferencia entre "vivir de la letra" o "vivir al pie de la letra", lo que implica un notorio empobrecimiento del mundo simbólico y sus consecuencias patológicas para nuestro psiquismo.

El aprendizaje de la escritura y la correcta ortografía incluye la adquisición e implantación de conceptos espaciales (formas geométricas, ángulos, rectas, orientación en el espacio arriba-abajo, derecha-izquierda y la inclusión del tiempo a través de la coma, el punto seguido, dos puntos, punto y aparte y diversas formas de pausa.  La relación de todo ello con la construcción de la imagen y esquema corporal son bien sabidas, a lo que debemos sumar las implicaciones en el campo de la ética que se derivan de la identificación con un método que auspicia el acto corrector, el repudio de la falta y la constatación de que no todo vale, de que el mundo de la escritura tiene reglas y normas que deben ser observadas y respetadas.

A este propósito apunta Ernest Gellner en su libro "El arado, la espada y el libro":  "Para una ideología social sostenida por la escritura, el énfasis en mandamientos o reglas constituye un modelo mucho mejor que la mera apoteosis de los conceptos".
Fue por medio de la veneración de reglas sagradas en lugar de las formas literalmente platónicas, que la ética basada en la escritura pudo forjar el superego monoteísta. El principal instrumento de lo trascendente fue la escritura, la cual tornaba incorpórea la Palabra y permitía su veneración sin importar el contexto.  Una clerecía con conocimiento de la escritura representaba una buena fuente de candidatos para las nuevas burocracias reales.

Al desplazarse el centro de gravedad del ritual a la escritura, como medio para inculcar e imponer las normas culturales, también tuvo que ocurrir un desplazamiento de los conceptos de las reglas o las prescripciones.
¿Estamos de regreso al mundo ritual-totémico aboliendo progresivamente la escritura?  Lo iremos viendo, pero lo cierto es que en la práctica clínica cada vez nos encontramos con más pacientes con dificultades de representación mental y capacidad de figurabilidad, lo que nos remite a la clínica del vacío, a los trastornos de la personalidad límite (borderline) o a estructuras y organizaciones psicosomáticas.  Espero y deseo que en Finlandia no pasen a la mecanografía hasta que la escritura y la ortografía estén suficientemente implantadas, de lo contrario lo van a pagar muy caro con otra generación de idiotas, y ya llevamos varias.
FELIZ AÑO 2015 A TODOS

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