martes, 16 de julio de 2013

El caballo de Troya iba en su interior (2ª Parte)

Este denuedo por la construcción de su identidad nos explica su fascinación por las salas de estatuarias del Congo, Costa de Marfil o Nigeria, especialmente por las máscaras, con las que también trabajó de forma artística.
¿Qué había sido su vida sino un constante "retoque" de la máscara con la que le había tocado vivir? Matizaría, no obstante, una apreciación suya en la última etapa de vida: "Mi homosexualidad fue el primer signo de exclusión de este mundo"
Su contacto con el psicoanálisis le fue sin duda muy fructífero, pero creo que él no pasó por el diván ni el vis a vis, de lo contrario habría entendido su homosexualidad y el contexto narcisista en el que se ubica, como una dificultad de triangular e incluirse en el mundo. No es lo mismo que te excluyan a que uno no sepa incluirse, si bien es cierto que nuestra sociedad "productiva y pro creativa" no acabará de aceptar nunca plenamente lo que se aleja de la heterosexualidad.

Cuando en 1988 se establece en su madre-Madrid, quizá no sea por casualidad, pues, aunque él aún no sabe que padece el sida, su cuerpo sí. Abandona la pintura y se retira a un diálogo interno, tenso y a la vez inquisitivo con la madre interna. En esa época se reconcilia con ella, hace por fin las paces. Sabe y no sabe que ya ha empezado su declive biológico.

Una vez se hace consciente de su condición de enfermo terminal, adopta la reacción básica del que se ve sumido en angustias que no podrá delegar en nadie, ni expulsar fuera de sí. Calle arriba y abajo, caminar y caminar, un desasosiego que no permite pensar e ir gestionando ya el tiempo como un montón de arena que se desliza grano a grano, sin nada que pueda detenerlo. Se reactivan todos los fantasmas que habían habitado en él desde antaño, pero de forma persecutoria, paranoide. Pasa entonces a trabajar-interesarse por lo prohibido, lo vedado, lo oculto, la transgresión, lo que se muestra y esconde al mismo tiempo. Ahí están sus excelentes series "Glovemaking", "Patrones", "Máscaras" y "Santos"

Tras la reacción maníaca de negar lo real de su impuesta realidad, huyendo a México, acaba por asumir su verdad y entonces crece, crece a pasos agigantados. Ya puede tercerizar, encontrarse a si mismo en la gente, en sus semejantes. Por fin crea el lugar del Otro.  Justo cuando puede aceptar que no tiene nada es cuando puede empezar a dar, a ser generoso, a ser amigo de sus amigos, a disfrutar de sus hermanos.
Se entroniza en él un "Secreto fluir" que lo humaniza,  y le permite rendir homenaje a un padre que le enseñó un oficio que le puso el pan en la mesa en los momentos difíciles.

Incipiente identidad la suya que se ve reducida a la caricatura del "enfermo de SIDA" perteneciente a un colectivo divinamente "castigado" por su libertinaje y abyección. Cuando abrazó lo social, lo hizo desde la inexperiencia, lo que le valió para ser utilizado y explotado con fines políticos partidistas. Acaba no obstante por descubrir lo que sí vale la pena preservar en esta vida y, muy a  pesar suyo, el tipo de cosas a las que debió ponerles preservativo.

Un "arrogante geniecillo", tan sensible como angustiado y solitario. Alguien capaz de pintar hermosos lienzos como "The visionary discipline" o "Jugando en la sombra" (uno de mis favoritos). Toda una corta pero intensa vida que nos ha privado de lo mucho que le quedaba por hacer. La angustia de la inminencia de la muerte le condujo a "El nido", mostrándonos a quienes aún disfrutamos con su arte, que la puerta de entrada es la misma que la de salida.

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