También Jesucristo reclamó la cercanía de los niños cuando exclamó: dejad que los niños se acerquen a mí. Pero no para abusar de ellos, naturalmente.
Opino que no es bueno demonizar el tema pedófilo como lo están haciendo los medios de comunicación, mostrando únicamente su lado criminal, dañino o mortífero, algo parecido a las nefastas consecuencias de asociar SIDA con sexualidad. Ser prudentes en el ejercicio de nuestra sexualidad no presupone eliminarla. Amar a un niño/a no es perversidad de por sí, lo serían los actos, en función de su alcance y el grado de libertad y daño psíquico o físico que causen o infrinjan. Una de las consecuencias más graves cuando está actuada la sexualidad entre un adulto y un infans es que queda fijado a la experiencia en una especie de mortífera repetición, que completa el círculo, pasando de víctima a abusador en los niños y algunas otras variaciones en las niñas, que condicionan la futura expresión de sus afectos y la calidad de sus encuentros sexuales.
Algunos adolescentes o adultos pueden experimentar sentimientos de tipo pedófilo, que ellos mismos viven subjetivamente como llenos de ternura y amor hacia el sujeto niño/a, sin ninguna intencionalidad de causar daño. Para ellos es importante que puedan pensar esas emociones sin asustarse ni sentirse unos canallas. La vivencia de criminalidad te aleja de una posible ayuda psicológica cuando hay incertidumbre sobre la persistencia de determinadas conductas o inclinaciones. Algo de tipo ocasional o pasajero, podríamos cristalizarlo o enquistarlo, alejándolo de los nutrientes mentales, que tienen que ver con la verdad y la sinceridad.
Todos tenemos núcleos psicóticos sin merecer el diagnóstico de psicótico, al igual que podemos cometer alguna infracción o saltarnos alguna norma, sin ser delincuentes. Algo semejante a cuando tenemos pensamientos criminales hacia alguien, sin que ello nos convierta en asesinos.
Algunos niños son proclives al acercamiento homosexual debido a las carencias afectivas sufridas, siempre acompañadas de importantes niveles de abandono y desfallecimiento por parte de padres o tutores. Criminalizar el tema o estigmatizar a sus actores nos va a impedir abordar esta problemática en todas sus posibles vertientes y múltiples implicaciones.
Se trata, en definitiva, de un magnífico libro, muy serio y bien trabajado, que hará las delicias de los profesionales de la psicología y de todos aquellos a quienes, esta variante de la sexualidad humana, callejón sin salida y alejada del crecimiento mental, haya suscitado algún tipo de curiosidad o controversia. Que aproveche.
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