Recuerdo haber iniciado un poema con estas palabras: "octubre es el mes de la muerte..." Eso lo escribí hace muchos años, inspirado en un poema de T.S.Elliot, y quizá vaticinaba, sin ser consciente entonces, el que pueda ser el mes de mi futura muerte. Este octubre pasado no lo ha sido, pero he estado cerca, ya que he padecido una grave erisipela, que me ha tenido ocupado todo el mes en curarme, de ahí que haya escrito poquito este inicio de otoño. Mis ganglios funcionaron y salvé la pierna (tibia) y la vida.
Esta enfermedad me ha permitido vivir en primera persona las consecuencias de los recortes presupuestarios a que están sometiendo a la Sanidad en España y a otros muchos sectores, como la investigación (craso error en un país con tanta gente talentosa, pese a que haya mucho canalla y sinvergüenza).
Me conectaron una vía intravenosa con suero y antibiótico y me tuvieron todo el fin de semana en un "box" compartido con otros pacientes que iban y venían. El lunes me echaron a la calle para que siguiera tomándome el antibiótico en casa, vía oral, circunstancia que me alegró pues abandonaba aquel desagradable lugar, pero esa indicación me parecía precipitada, ante el proceso evolutivo que se espera en esta enfermedad, que requiere numerosas curas y permanecer alerta en todo momento.
Como no me curaron los abscesos que iban apareciendo al retroceder la placa eritematosa, me volví a ingresar de nuevo por urgencias en otro hospital que me merecía mayor confianza, donde, al menos, hicieron un cultivo de virus. En España hay excelentes médicos, enfermeras y auxiliares clínicas, pero la degradación económica actual a causa del pillaje que hemos sufrido, está degradando de forma alarmante la calidad asistencial.
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