martes, 8 de noviembre de 2011

"Skammdegisthunglyndi"

Esta larga procesión de letras designa en Islandia la "depresión por día corto", o dicho de otra forma, la falta de luz durante los meses de diciembre y enero, sería la causante de sentimientos depresivos en muchas personas y de su posible suicidio.
Por cierto que los islandeses han sabido darle un "día corto" al descalabro financiero capitalista, "deprimiendo" a los responsables del desaguisado. Quizá sea casualidad o quién sabe si una evidencia de que grandes culturas y civilizaciones surgieron de sendas islas, al igual que ciertos movimientos contraculturales, léanse Creta, Inglaterra, Man, Irlanda, Islandia, Sri-Lanka o Japón, por citar unas cuantas.

Sería más crítico con el tipo de terapia que emplean contra dichas depresiones, consistente en sentar a los individuos delante de unas lámparas especiales, durante varias horas. La luz ultravioleta o del tipo que sea no restituye el objeto interno perdido, pero vivimos tiempos de bálsamos, de remedios instantáneos y milagrosos.
Abominamos la idea de tiempo cuando nos involucra en temas de procesos, de desarrollos, de etapas, de periodos. Veneramos "kronos" y rechazamos a "kairós", la inmediatez de lo concreto versus la demora en la vivencia y la elaboración.

Como acertadamente nos comentaba el Dr.Ramón Meseguer en nuestro anterior encuentro, ya hemos trascendido la inmediatez para instalarnos en la pre-urgencia. "Mire, padezco agorafobia, vengo a que me cure, ya". Vivimos esperando el "whatsApp", el "sms", el "e-mail" (si Cervantes levantase la cabeza), en la pura anticipación de un presente del que siempre tratamos de escapar en una huida hacia adelante e incesante.
Los libros denominados de auto-ayuda y las llamadas terapias alternativas sustituyen el devenir de las relaciones humanas, el vis a vis, el encuentro que favorece la transferencia de emociones y la tercerización del inconsciente. Un auténtico mercadeo para descarriados con su viacrucis personal.

Funcionamos como si el inconsciente no existiese, la cura de la angustia señal, de las ansiedades del encuentro con el mundo, las reducimos a puros actos de voluntad, a la mera generación de pensamientos positivos. Las terapias alternativas y los cognitivo-conductuales te dicen: ¡Piénse en positivo! Pretende funcionar como un mandato, como una persuasión, como una consigna.
Apela a la obediencia, a la sugestión, a la sobrevaloración del "yo" consciente.
Desde la vertiente psicoanalítica, el abordaje se iniciaría con preguntas que dinamizasen el proceso por medio del cual la persona pueda pensar sobre lo que le pasa y pueda ir encontrando respuestas en su interior. Se trata del fascinante encuentro de dos mentes y las vicisitudes agridulces del camino compartido.

Se argumenta que lo válido es lo actual y, más concretamente, lo que esté de moda. Ahora todos flores de Bach, ahora meditación trascendental, ahora Tai-chi, acupuntura, talasoterapia, risoterapia "ja, ja, ja". En fin, terapias a montones y todas ayudan aplicadas por un buen profesional, pero no se puede pretender que lo curen todo como tampoco lo puede el psicoanálisis. Eso sí, que nos sanen tocándonos el cuerpo o a través de lo sensorial, pero cuando se trata de temas mentales, la gente hace largos peregrinajes antes de acabar en una psicoterapia. A montones de paciente he tratado que venían de probar todo lo alternativo.

El psicoanálisis, como ha cumplido más de 100 años hay que ir pensando en enterrarlo. Como es viejo no vale, a semejanza de nuestros pobres abuelos. A poca gente se le ocurre pensar en el ingente caudal de experiencia y conocimiento sobre la mente humana que habrá aportado la práctica del psicoanálisis, después de tantos millones de sesiones habidas en todo el mundo.
¿Acaso los cognitivo-conductuales que desechan los sueños porque no saben qué hacer con ellos, se creen que saben alta psicología, psicología profunda? La conducta no es más que un pequeño islote en la inmensidad del océano mental. Parece que sólo es científico lo que se puede corroborar con estadísticas.

Mientras no se redescubre el psicoanálisis, habrá que seguir tragando "coachings" y "coachers" (hay que decirlo en inglés, porque si no, en castellano nos remite al "arte labial" de los vendedores de crecepelo del "far-west". Tendremos que seguir venerando cognitivismos vaciados de conocimiento, conductismos y emociones intelectivas y un largo etcétera.

Esta mañana me comentaba un paciente, que una sobrina suya de 3 años y medio, le había propuesto a su padre, que si éste dejaba el cigarrillo, ella dejaría el chupete. Y como se dice en catalán "dit i fet" (dicho y hecho). Ella ya no quiere saber nada del chupete, pero el padre sigue con el suyo, fumando a escondidas. La niña le ofreció la oportunidad de crecer juntos y él no está pudiendo.
Una vez más nos vemos obligados a depositar toda la confianza en los más jóvenes, para que nos consigan un mundo mejor.

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