domingo, 31 de julio de 2011

La psicología del médico

Lo que nuestros padres habían aprendido de los médicos era que, caso de vernos paliduchos y ojerosos, sólo podía ser indicativo de fatiga acumulada, posible deficiente alimentación y un más que probable exceso de práctica masturbatoria.
Nos obligaban a ir bien aseados a la consulta por si el doctor nos tenía que auscultar o explorar nuestro grácil cuerpecito.

El alcalde, el alguacil, el cura y el médico (ocasionalmente también el boticario), eran las figuras vivientes de la retórica autoritario-fascista. El médico, al igual que las demás fuerzas vivas, inspiraba autoridad y respeto, aunque también miedo.
Este país nuestro ha matado al padre para matar al miedo, todo el miedo acumulado en décadas. Hemos confundido la sana autoridad de un padre que pone límites y da contención y seguridad, con el padre tirano que genera miedo y odio.

Hemos matado al padre, al maestro y al médico. Aquellos eran auténticos galenos de familia, que conocían las intimidades, secretos y debilidades de sus pacientes. Estaban al tanto de las familias que albergaban algún alcohólico en su seno o si eran frecuentes las sevicias. Estaban al corriente de la vida o no vida sexual de sus miembros y podían diagnosticar las enfermedades desde su propia agudeza clínica y experiencia, en ausencia de los sofisticados medios de exploración con los que contamos hoy en día.
Era una medicina más gratificante y plena que la actual. El médico era amado, temido y agasajado en igual medida por sus pacientes, quienes por Navidad les obsequiaban con una parte de sus propios lotes, caso de haberlos.

Estos modernos chamanes con bata blanca siguen representando al antiguo guerrero alquímico que lucha contra la enfermedad y la muerte. Tal poder mediador, decisorio y quizá decisivo, se imbrica con las fantasías omnipotentes que todos albergamos, resultando una poderosa combinación de fuerzas, (el lugar del supuesto saber + la fantasía omnipotente + el Gran Otro Ciencia) que sobrepasa a muchos de estos profesionales y los convierte en arrogantes y vanidosos.

El Dr. Alex Comfort dedicó un interesante libro titulado "Médicos fabricantes de angustias" a dar cuenta de la falta de tacto psicológico, las grandes dosis de sadismo presente en dicho colectivo y de, como muchos de ellos, generan más patología de la que reciben.
Algunos profesionales no consiguen ver al ser humano que tienen enfrente, angustiado y preocupado por su salud. Sería suficiente con poseer algo de humanidad y sentido común, algo del orden de esa humildad que suele acompañar a la auténtica sabiduría.

Una de mis pacientes en terapia se emocionaba en la sesión cuando rememoraba cómo las palabras de un médico la habían conmocionado y condicionado su vida posterior. Contando 17 años estaba preocupada por unas molestias en el vientre que no acababan de desaparecer. Hacía poco tiempo que había entablado una relación amorosa con un noviete, circunstancia que indujo a sus padres a sospechar que estaba embarazada, pese a que la joven les reiteraba una y otra vez de que seguía siendo virgen, pues no habían consumado el acto sexual.
Los padres seguían sin confiar en sus palabras y la llevaron al médico para ser explorada. Como ya insinué al inicio de este escrito, los médicos de la dictadura eran los mentores de la moral sexual nacional-católica del régimen. Fue este mismo colectivo médico que retrasó todo lo que pudo la llegada de la píldora anticonceptiva a nuestras reprimidas féminas.
Tras un breve interrogatorio de tipo protocolario, el susodicho médico le espetó: "Reza por que estés embarazada, porque si no es así, te quedan dos años de vida". La muchacha notó como si dentro de su cabeza, algo diese un vuelco.

El marqués de Sade no era más que un novicio al lado de este matasanos. La forzaron a casarse para supuestamente salvar no sé qué honra de la familia y la supuesta criatura, resultó ser un mioma del que fue intervenida sin mayor problema.
Más reciéntemente me ha sido derivada una señora a la que acaban de practicar una reducción de estómago, para evitar que coma en exceso, compulsión que la llevó a una marcada obesidad.
Han pasado varios meses y ella sigue teniendo mucha hambre. La ansiedad persiste porque el pobre estómago no era sino el indefenso receptor de una gran invasión de objeto-comida, de parte de alguien que trataba de obturar con comida un agujero que está en su identidad, algo del orden de lo forcluido y que no hay que taponar, sino generar bordes de contención psíquica.

Cuando se ha presentado a emitir su queja a los médicos, éstos se han limitado a contestarle: "A ver si va usted a dejar en mal lugar a esta clínica, aquí nadie se ha quejado y todas están muy contentas" ¡MEC! (bocinazo de los concursos televisivos ante la respuesta errónea). No se la puede ahora despachar con esta respuesta-verónica, por utilizar un término taurino.
Un correcto exámen psicológico no la habría llevado al quirófano sino a una consulta sobre lo que representa para esta mujer el objeto-comida. Lo que ocurre es que este tipo de intervenciones también llenan los estómagos de muchas cuentas corrientes.

Cuando uno revisa los planes de estudio de la carrera de medicina, como el de la Universidad de Alcalá, por ejemplo, compruebas como, entre 40 asignaturas, tan sólo 2, "Bases psicológicas de los estados de salud y enfermedad" y "Psiquiatría", abordan materias psicológicas.
Ocurre otro tanto en la U.B. de medicina de "El Clínico" de Barcelona, donde entre 44 materias, sólo hay una de "Psicología médica" y otra de "Psiquiatría". Normalmente tampoco abordan la temática psicológica en el temario de optativas y ni siquiera en las universidades americanas hay significativamente más asignaturas sobre psicología que las mencionadas europeas.

Un cierto maridaje entre la medicina y la psicología es imprescindible e inevitable si queremos ser coherentes y dejar de lado los reinos de Taifas y los narcisismos de las diferencias. La interrelación psique-soma está más que demostrada, por lo que el hombre debe ser abordado en su comprensión médica como un sistema y no sectorialmente. El futuro gran reto de la medicina va a consistir en poder identificar y cuantificar en magnitudes operativas la función de las EMOCIONES y demás campos energéticos en relación a la salud global de individuo.

En Francia ya han reconocido la PSICOSOMÁTICA y sus hallazgos como de máximo interés para la salud pública nacional. Allá las consultas interdisciplinarias médico-psicólogo clínico son prescritas cuando hay dudas sobre la exclusividad orgánica del síntoma.

Lo básico que los médicos deben saber de psicología es que los pacientes necesitan ser escuchados y comprendidos. Cuando un paciente consulta por unas dolencias y las pruebas diagnósticas apuntan hacia un tumor, al médico no debiera preocuparle lo que le va a decir al paciente o cómo decírselo, pues éste ya se lo ha dicho a sí mismo un millar de veces.
El quid de la cuestión radica en hacer las preguntas adecuadas para que se acabe escuchando el paciente en presencia del médico, diciéndose esas cosas que suponemos debe sancionar un facultativo. Algo así como: "Quizá usted tuvo ya ciertas fantasías temerosas respecto a su posible enfermedad. ¿qué pensó?... ¿decidió que le iba a plantar cara o no? Y si pensaba luchar.. ¿con qué recursos cuenta y en qué piensa que le podemos ayudar?.
Sin necesidad de exponernos a ser crueles, sádicos o inoportunos, el médico podrá comprobar cómo el paciente aborda todo esto con sus propias palabras, con justo aquellas que le resultan menos dolorosas y soportables.

Gracias por vuestra atención y un saludo muy especial a mis lectores estadounidenses, pues aunque no soy muy afecto a su Administración estatal, recuerdo con admiración cuando con apenas 20 años me encontré en el Pirineo a 3 norteamericanos que estaban haciendo su tesis doctoral sobre el románico catalán. Siempre he admirado la intelectualidad de su nación, su interés y capacidad de estudio de lo propio y foráneo. "I wish the better to all them and I shall appreciate very much your oppinion, thanks"

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