¡¡Caca!!, espetó desaforada la mamá a su bebé cuando éste estaba a punto de introducir en su boca un caramelo que había recogido del suelo.
Existen algunos hábitos, creencias o costumbres muy extendidos entre las madres en general, y que se transmiten de generación en generación, si bien dicha circunstancia, no presupone que sean correctos o convenientes. El resorte que nos induce a denominar como "caca" a todo lo tirado por el suelo está muy vinculado a la concepción que tenemos del "espacio público" como un lugar a ser despreciado. Parece ser que en países de influencia religiosa Protestante, los lugares públicos son más respetados y permanecen más límpios y cuidados.
En España somos muy marranos en las calles, en nuestras plazas, en las porterías de nuestras viviendas, es como si "todo lo que no es mi casa" es un estercolero, aunque en algunos, tampoco sus viviendas se libran de esa dejadez o desidia.
El asunto podría parecer banal si no fuera porque el bebé se encuentra en un momento de gran plasticidad neuronal en el que va asimilando e integrando muchísimas cosas, entre ellas las estructuras sintácticas del lenguaje, su musicalidad, rítmo, vocabulario y demás. Le estamos introduciendo una información errónea y empobrecida designando con el término "caca" toda una pluralidad de cosas diversas, lo cual induce a confusión.
Le estamos mintiendo llamando "caca" indistintamente a una chapa, a un guijarro, al envoltorio de un caramelo, a un chiclé, a una monda de fruta o alguna moneda extraviada. Debiéramos mencionar cada objeto por su nombre, como también debiéramos no arrojarlos al suelo.
No cuesta nada decirle a la criatura algo así como: el caramelo está sucio, no debes llevarte a la boca lo que recojas del suelo (no olvidemos que la boca es su primer órgano sensorial para el reconocimiento de los objetos, pues tuvo su bautismo con el mundo a través del binomio boca-pecho)
Algunas madres tildan de marranos a sus hijos cuando muestran tales conductas, con lo cual, no sólo están equivocadas, sino que además colaboran a inhibir los comportamientos exploratorios de sus pequeños, sobre todo si van acompañados de un ligero manotazo. Reprimir su curiosidad y quererlos llevar siempre limpitos como cromos puede influir negativamente en su futura educación escolar.
Les damos mensajes contradictorios pues volvemos a utilizar la palabra "caca" cuando va referida a la limpieza y aseo de sus deposiciones, por lo que le estamos asimilando como idéntico las cosas que se encuentra por la calle, con los contenidos internos de su cuerpo, que el bebé retorna a su madre con valor simbólico de "regalo" a cambio de las múltiples cosas buenas procedentes de los amorosos cuidados maternos.
Otra creencia tan extendida como errónea consiste en pensar que el niño o niña, cuanto más rechoncho esté, más sano se encuentra. De esta guisa vemos muchos en sus carritos con sobrepeso e hiperabrigados (la fobia al resfrio).
Algunas madres consultan al pediatra porque ignoran si es normal que llore y les cuesta discriminar de qué se está quejando la criatura. Nadie les ha enseñado a ser madres, pero después del parto y aun durante el embarazo, se activa en la mayoría de ellas una función psíquica que el Dr.W.Bion denominó función "rêverie", que no tiene que ver con la intuición, sino más bien con la capacidad de "ensoñación" que tendría la mamá para "saber" qué le está pasando a su bebé: si llora porque tiene hambre o sueño, puede que esté escocido o le duela la barriguita, pues "digerir" los alimentos es doloroso, como también lo es digerir aquellas cosas que no nos gustan de nosotros mismos o que no queremos aceptar. No todas las madres disponen de dicha función paraexcitadora o de "rêverie" y no todas debieran ser madres ni muchos, tampoco padres.
Háganme caso y no sean cicateros con el lenguaje y designen a cada cosa por su nombre, que la "caca" sólo nombre a la caca y, si tienen dudas, en tanto la Sanidad de este país decide dónde ubicarnos a los Psicólogos Clínicos, consulten con el pediatra, su farmacéutico o la vecina "sabionda" del barrio. Muchas gracias por el tiempo que me habéis dedicado, sin lugar a dudas lo más valioso que disponéis aparte de vuestro gran corazón y las ganas de educar correctamente a estos hijos que tanto amáis.
Me parece interesante cómo relacionas la comida con "lo que no nos gusta de nosotros mismos".
ResponderEliminar¿Te importaría explicar eso un poco más, por favor?