A mi nuevo padre de los viejos tiempos.
¿En qué lugar de los ínferos
prendiste en mi tu belleza,
en qué cielo agita su estela
el cometa que me atraviesa
cuando tu piel con la mia tropieza?
¿Dónde arraiga el estremecimiento
que mi alma entera llena
de cráteres diminutos
y dulces cantos de sirena;
de dónde viene si el pensamiento
cuando acude a las entrañas
ya el dolor cerró la entrada?
¿Cuántas veces muere uno en el alma
antes de morir en el cuerpo,
cuántas veces el mar
avanzó retrocediendo;
cuántos años a la muerte
la venimos desmintiendo?
¿Recuerdas padre
cuando escapabas por el ventanuco
para disfrazarte de noche noche?
Esos luceros entre luz mortuoria
saben ya de tu regreso
al verde crisol de los espejos,
al bosque azul de los reflejos,
y entienden debido a eso
tu desafección por la memoria,
ahora que las palabras nacen sin dejos,
ahora que tu mirada se quedó a lo lejos,
allá donde embarcó el último beso,
allá donde te vas sin pena ni gloria,
pero sólo llegan las personas buenas.
José Toledo. 2009. Dedicado a mi padre con quien padecemos de Alzheimer.
Esa dedicatoria es un poema maravilloso.
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