jueves, 2 de enero de 2014

El aborto globalizado (1ª gestación)

En algunas sociedades, el aborto tuvo carácter profiláctico y fue herramienta utilizada para el control demográfico.  Tenemos ahí la China de los hijos únicos, donde abortar era el pan de cada día, máxime si se trataba de una niña el bebé esperado.
¿Debe venir al mundo toda la vida que sea posible, sin ningún tipo de control o restricción? A muchos el corazón nos dirá sí y el sentido común dirá no.  La propia naturaleza nos muestra que el aborto natural existe. La vida que no se ajusta a estrictos parámetros biológicos, interrumpe su proceso.  Abortar procede del latín abortare, derivado de aboriri "perecer", "abortar" y éste de oriri "levantarse", "ser oriundo", "nacer".

Remite por tanto a la interrupción de un proceso que iba camino de otorgar un origen, una filiación, un lugar en el mundo, a lo que fue de facto, una invisible e incisiva reunión celular.  Somos responsables de nuestra vida, a la que debiéramos de estar agradecidos haber recibido, pero la vida no nos pertenece.
Al pensar las palabras de Chateaubriand, caí en la cuenta de que en los cientos o miles de aforismos, proverbios o máximas que he leído, no encontré ni una sola de ellas referida al aborto, ¿tan doloroso es pensar sobre el aborto?

Es un tema difícil y lleno de aristas,  y pienso que no puede ser esgrimido como un derecho, una acción que alberga intrínsecamente el estatus de desgracia y de gran afectación orgánica y psicológica para la gestante. El aborto suele venir vestido de calamidad, de hecatombe a evitar, de crónica negra en el obituario del corazón.
Quienes hemos tratado a mujeres que habían abortado, incluso de forma espontánea-natural, sabemos de las dificultades psicológicas a las que se enfrentan en la elaboración del duelo. Constatamos el desgarro interno, la culpa y, en ocasiones, serias somatizaciones.

He podido comprobar asimismo, como la práctica totalidad de niñas que sufrieron abusos sexuales con penetración,  por parte de algún familiar, sea este el padre, un tío o un abuelo, han abortado la primera criatura concebida con su pareja.  Es lo que yo denomino el "aborto escoba", ya que desearía barrer toda la inmundicia que habían puesto en su interior, haciéndola sentir sucia.  Sabemos también que algunas mujeres psicóticas, abortan como un ataque inconsciente a la madre.

Todo ello da cuenta de la complejidad del tema y que el argumento por muchas coreado de que "el cuerpo es mío y hago con él lo que me dé la gana", no es más que una falacia del todo inconsistente, pues por esa misma razón debiéramos dejar morir a las anoréxicas o a los toxicómanos.  La libertad no consiste en hacer lo que queramos sino en saber lo que hacemos. Una cosa es "tener" un cuerpo y otra muy distinta "ser" un cuerpo, estadio al que no todo el mundo accede.  La mujer debe evitar caer en la omnipotencia que le otorga su capacidad de engendrar nueva vida.

A este respecto me gustaría transcribiros unas hermosas reflexiones del filósofo y poeta libanés Khalil Gibrán, quien vivió unos años afincado en Boston (EEUU). En su libro "El profeta", nos dice así, refiriéndose a los niños:
"Sus hijos no son hijos suyos. Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma.  Vienen a través de ustedes, pero no desde ustedes. Y aunque están con ustedes, no les pertenecen.
Ustedes pueden darle su amor, pero no sus pensamientos. Pueden albergar sus cuerpos, pero no sus almas; porque sus almas habitan en la casa del mañana, que ustedes no pueden visitar, ni siquiera en sueños. Pueden esforzarse en ser como ellos, más no intenten hacerlos como ustedes; porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer..."   !!!Precioso¡¡¡

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