jueves, 9 de abril de 2020

COVID-19 El inicio de un final

Confío que nadie haga una interpretación catastrófica del título, pues no era esa mi intención.
Virus procede del latín y significa zumo, ponzoña. En el caso que nos ocupa, la acepción más apropiada es la de ponzoña, pues remite a los venenos y este virus actúa como tal.
No obstante, tengamos en cuenta que la raíz Vir significa fuerza, virilidad.  Y así funciona este virus que penetra una tras otra a todas las células que pilla, y una vez embarazadas, se va en busca de otras, haciendo gala de una gran promiscuidad.
Ojalá dispongamos de las suficientes células feministas para poder contrarrestar semejante machista-virus, que más que una corona, parece una nano mina anti submarinos.
Nosotros, la Humanidad somos el virus del planeta Tierra y, mira por donde, nos hemos topado con la horma de nuestro zapato.

¿Se trata de una venganza de la Naturaleza? ¿O acaso de un virus de diseño de laboratorio, destinado a eliminar a los yayos improductivo-pensionistas y demás personas con patologías previas, más o menos discapacitantes? ¿Se trata del remake de las 7 plagas de Egipto, versión G5 o simplemente del inicio del final del mundo, tal y como lo conocemos hasta ahora?
Mi alma no ha ascendido lo suficiente como para tener las respuestas a esas preguntas, pero si parece razonable que todo este global confinamiento vaya a significar un antes y un después tanto en el aspecto económico, como en el social o el psicológico.
Una de las grandes controversias consiste en si se acabará empoderando a la sociedad en general para prevenir y combatir futuras pandemias, o si empoderaremos aún más a los Estados, para que controlen totalmente nuestras constantes vitales y todos nuestros movimientos.

No soy muy optimista respecto a las enseñanzas y expansión de conciencia que podamos extraer de todo esto, o si pasará a engrosar rápidamente las arcas del olvido, como hemos hecho con tantos y tantos casos de corrupción, incluidas las guerras mundiales y las grandes catástrofes naturales.
Yo apuesto por el empoderamiento ciudadano que habilite nuestra responsabilidad ante la vida y con el mínimo de renuncias a nuestra libertades. Ojalá que esta pequeña pandilla de sociópatas que comandan algunas grandes naciones, no tomen el sendero de una tercera guerra mundial nuclear, aunque quizá ya estemos en la tercera bacteriológica. Una guerra nuclear si que sería un camino sin retorno. Suerte y salud para todos. Jag Sámeaj Pesaj¡