martes, 16 de julio de 2013

Pepe Espaliú: el espejo que se hizo añicos (1ª parte)

"Los nombres del padre" presiden su sala-cuerpo, como también en él fue inscrito a la entrada de su alma: "Te llamarán José (Pepe), el nombre del padre".
Función simbólica del padre que Espaliú sintió atacar tan pronto como decidió alejarse del mundo de la joyería que encarnaba su progenitor y cuando asumió una controvertida homosexualidad.
"Negro sobre negro" define algo de sí mismo en una entrevista que mantuvo con Antonio Zaya. Negras como las maletas que aparecen en la portada del catálogo de la sala.  A mi modo de ver, se trata de una maleta negra apoyada en un espejo invisible, o si lo prefieren, una maleta y su alter ego.

Espejos, reflejos, copias de sí mismo presidieron su desembarco en Barcelona. Huérfano de madre desde los 15 años, deja en su sur a un padre que ya había colocado a otra mujer en el lugar de la difunta esposa.
Un muchacho atractivo, vigoroso, creativo, inquieto y de personalidad narcisista, lo que implica que gran parte de la líbido no objetalizada pasa a estar al servicio de las pulsiones sado-masoquistas. Peligroso cóctel el de la culpa inconsciente junto a una disposición a la penetración y al goce de sufrir el dolor, factores ambos que te inclinan a una vida cercana al riesgo y actitudes desafiantes.

Todo un escorpio capaz de clavarse su propio aguijón antes que morir a manos del fuego. La descripción que José Luis Brea hace del artista en 1990, se ajusta a lo que venía exponiendo: "Si Espaliú es artista, lo es sólo por la brutalidad de su mirada hacia sí mismo. Pero, desde luego, no por su generosidad con el Otro -de la que absolutamente carece-" Hay por tanto en él más propensión hacia la descarga de excitación, que capacidad de amor pasional con el objeto. Las tendencias auto destructivas son tan poderosas como las creativas, hecho que le impele de forma maníaca a practicar sexo anal sin protección alguna.

Esa circularidad de su obra de la que hablan los críticos, no es sino la compulsión a la repetición, aliado inconsciente de tánatos. La circularidad es la consecuencia de la imposibilidad de triangulación, de la aparición del tercero, de la creación del Otro.  Frente al espejo sólo cabe la curva de la imagen  y el retorno de lo idéntico, sin la modificación que introduce la mirada del Otro. Su vida dibujó tal círculo perfecto, que nació y murió bajo el signo de escorpio, observación que incluyo para los estudiosos de la astrología.

Frente a sí mismo, con una madre fusionada y confundida en su interior y un padre forcluido (Lacan hablaba de la forclusión (agujero) del nombre del Padre, como origen de la psicosis).  Con tales premisas, podríamos especular con la idea de que la parte creativa de la personalidad en Pepe Espaliú actuaba como una poderosa defensa contra la psicosis. De no haber sido artista,  probablemente se habría psicotizado, habría incursionado en ese cuarto oscuro con el que se empecinaba en escenificar lo irrepresentable de la muerte, ese lugar donde cualquier diferencia se desvanece y queda borrada toda identidad. Ese cuarto oscuro que tienen hoy en día muchas discotecas gays, donde tocarse unos a otros indiscriminadamente, ignorando quién es quien, una masa oscura de carne excitada, indiferenciada y amental.

De ahí que sea tan difícil deslindar su vida de su obra. Ambas son una hasta que lo real de la amenaza de muerte que porta la enfermedad del SIDA, genera en él la posibilidad de conectar los tres lugares que definen al hombre: lo real, lo simbólico y lo imaginario.

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