lunes, 18 de marzo de 2013

Utopías : el retroceso (2º gong)

Utopía procede del griego (topos), que significa "lugar", por lo que el prefijo actuaría como preposición que indica carencia de: sin lugar. Los clásicos de la filosofía lo traducen como "lo que no está en ningún lugar". A mi personalmente, ésta última acepción no me acaba de agradar porque induce a pensar  que lo que no está en ningún lugar, no existe, mientras que deduzco que los antiguos griegos quisieron darle la connotación de idea o proyecto al que aún no le había sido creado un lugar, pero que, en principio , era factible, aunque no fácil.

Tomás Moro acuñó la palabra utopía para describir una sociedad que se considera perfecta en todos los sentidos y se llama utópico  a todo ideal de la sociedad humana que se supone sin duda alguna deseable, pero que muchas veces se postula como inalcanzable.

Las utopías son en sí mismas revolucionarias pues siempre implican la subversión del orden establecido, imperfecto e injusto. Nunca significan más de lo mismo, ni se ocupa de cambiar algo para que nada cambie. Se trata de cambios profundos y estructurales. Una "trending" utopía moderna sería esperar que la misma pandilla de granujas que nos ha llevado a la ruina económica y moral, sean capaces de sacarnos de ella. ¿Han visto algún gato que se auto cuelgue el cascabel?  No olvidemos que la transición de las monarquías europeas hacia los Estados modernos, pasaron por el afeitado de muchas cabezas.

Muy acertadamente, Ferrán Aísa nos hace recapacitar en su libro sobre el hecho de que "sin el pensamiento utópico, sin la voluntad de avanzar hacia modelos ideales, no existiría el progreso". La luna, ese satélite sólo al alcance de los poetas, puede ahora ser pisado y sobrepasado por el hombre. Hace un par de siglos, por no ir más atrás en el tiempo, era algo impensable, una auténtica utopía. Hubo antes de ser pensada y soñada por poetas o escritores como Julio Verne, por citar alguno, para poder materializarse.

Las utopías retroceden como el horizonte, dando paso a otras nuevas. Pero los avances de la Humanidad han ido más lejos en lo científico-tecnológico que en la organización socio política de las personas. La transmisión de la experiencia humana no sigue los mismos cauces que la científica, de ahí la paradoja de que pese a esos maravillosos progresos, no estemos sino a un paso de la barbarie. Totalmente de acuerdo con Ferrán Aísa cuando señala que la historia de la Humanidad es una interminable crónica de desigualdad y frustración.

Cuando el hombre ponga la materia gris a trabajar pro del bien común y del equilibrio con la Naturaleza, en vez de pensar en formas ultra sofisticadas de aniquilarnos los unos a los otros, muchas cotas de bienestar e igualdad, que hoy nos asemejan utópicas, pasarán a ser realidad. Estamos retrocediendo hacia una especie de Edad Media Tecnocrática, con pérdidas masivas de libertad, con aplastamiento de la subjetividad a favor del pensamiento único y la primacía de unas ideologías sobre otras (léase al Dr.Lluis Farré en su presentación en la revista Intercanvis: ¿Dónde está el hombre? , la lámpara del filósofo).

Estamos a un tris de convertir en utópica nuestra propia condición humana. No somos plenamente conscientes de lo lejos que podemos llegar trabajando en equipo, aunando fuerzas e ilusiones. Pero todo tiene que ser soñado antes de alcanzar el rango de utopía y, por lo tanto, de horizonte-meta. Lo que ha conseguido la organización judía Keren con su inmenso bosque de Yatir en pleno desierto, puede que ni llegase a ser pensado por el pueblo palestino. Un pueblo sin utopías no crece, no avanza. Para las culturas mediterráneas (españoles, italianos o griegos), nos parece una utopía alcanzar los grados de organización, seriedad y cohesión que vemos en los pueblos germánicos y, quizá para ellos, resulten utópicas algunas de nuestras características, como la capacidad de improvisación, la creatividad o la "pasión" que ponemos en muchas cosas.

Preparémonos para vivir los años más paradógicos de los últimos tiempos, ¿un ciclo más? ¿una epidemia de "peste" científica? ¿un ensayo global sobre manipulación masiva de masas? ¿otra guerra de mundos financieros? ¿China contra todos?. Quisiera cortar en seco toda esta diarrea dialéctica recomendándoos la lectura de este, por el momento, último libro de Ferrán Aísa, titulado "Utopía. Del somni igualitari, al pensament únic", editado por Icaria. Quizá el autor alberga en su interior la utópica utopía de que en España se interesen algún día en aprender catalán y abandonen la excusa inhibitoria de que se trata de una lengua que sólo se habla en Catalunya y alrededores; al fin y al cabo, el chino sólo se habla en China y no por ser más millones de parlantes tienen más razón, ni más cultura, ni más valor. Mil millones de engañados no hacen más grande la mentira, sino su honda expansiva, el número de afectados. Quizás pueda ser traducido al español, ya que la causa del Movimiento Obrero Libertario bien merece la pena y a muchos nos alegraría que alejarnos del Hombre-mono deje de ser otra utopía.

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