Decía Chateaubriand en sus "Retratos y juicios históricos" que el carácter nacional no se puede borrar. Los marineros franceses habían observado que, en las nuevas colonias, los españoles empiezan construyendo una iglesia, los ingleses una taberna, los franceses un fuerte y añadía el escritor de su propia cuita, que una sala de baile también.
No deja de ser una caricatura extremadamente reduccionista, pues tanto los unos como los otros aportaron sus gruesos "corpus legislativos" respectivos y muchas otras cosas más. Si creo que me sirve el comentario del sabio francés para deducir que, tanto el Estado galo como el inglés, concedieron a su enrolado pueblo sus salones de baile y tabernas, mientras que a los pobres españolitos les construían iglesias para confesar sus pecados.
¿Se expresó el carácter nacional de nuestro pueblo tirándose a todas las indígenas que podían? ¿Construían iglesias los gobernantes españoles porque éramos muy buenos católicos, o porque éramos malas personas? ¿Ha existido el pueblo español alguna vez como "voz", fuera del estatus de chusma?
Me he columpiado un poco por las ramas y lianas como Tarzán, para abrazar seguidamente el tronco de la cuestión. Todo el que accede al poder trata al pueblo español como masa acéfala, válida en los engranajes de producción y consumo, pero tratada como idiota en temas que le atañen tan directamente como el aborto.
La mujer ha sido históricamente arrinconada como reposo del guerrero y forzada micro fábrica de esclavos. Nutría los conventos, las labores domésticas y el campo. Si la mayoría se libraron de las minas era porque se las consideraba más débiles físicamente que los hombres y habían temores empresariales de que en la oscuridad de las galerías, los muchachos se distrajesen de taladrar donde tocaba. De la guerra ya no hablo, porque esa gilipollez que parece inevitable a la estupidez humana, era testosterona pura.
Gracias a sufragistas como María de Campoamor o a grandes intelectuales como María Zambrano, entre otras, la mujer ha ido pellizcando cotas de poder y decisión, terreno aun vedado casi exclusivamente al poderoso macho cabrío hispano. Aunque para ser sinceros, de las mujeres que hay ahora en el Congreso, me sobran la mitad.
¿Estará la mano del Opus Dei detrás de este recorte a la ley actual del aborto? ¿Habrán abducido al ministro de Justicia? ¿No será un complot judeo-masónico? Ja, ja. Me siento tele transportado a los años sesenta, !qué gozo¡, voy a recuperar algo del pelo perdido y nos vamos todos a rejuvenecer como sigan dando zancadas atrás. Igual hasta devuelven todos los derechos laborales perdidos. !!Yuppi¡¡
Escritos de psicología y de opinión de un Psicólogo Clínico formado en Ciencias Sociales y Políticas
jueves, 2 de enero de 2014
El aborto globalizado (1ª gestación)
En algunas sociedades, el aborto tuvo carácter profiláctico y fue herramienta utilizada para el control demográfico. Tenemos ahí la China de los hijos únicos, donde abortar era el pan de cada día, máxime si se trataba de una niña el bebé esperado.
¿Debe venir al mundo toda la vida que sea posible, sin ningún tipo de control o restricción? A muchos el corazón nos dirá sí y el sentido común dirá no. La propia naturaleza nos muestra que el aborto natural existe. La vida que no se ajusta a estrictos parámetros biológicos, interrumpe su proceso. Abortar procede del latín abortare, derivado de aboriri "perecer", "abortar" y éste de oriri "levantarse", "ser oriundo", "nacer".
Remite por tanto a la interrupción de un proceso que iba camino de otorgar un origen, una filiación, un lugar en el mundo, a lo que fue de facto, una invisible e incisiva reunión celular. Somos responsables de nuestra vida, a la que debiéramos de estar agradecidos haber recibido, pero la vida no nos pertenece.
Al pensar las palabras de Chateaubriand, caí en la cuenta de que en los cientos o miles de aforismos, proverbios o máximas que he leído, no encontré ni una sola de ellas referida al aborto, ¿tan doloroso es pensar sobre el aborto?
Es un tema difícil y lleno de aristas, y pienso que no puede ser esgrimido como un derecho, una acción que alberga intrínsecamente el estatus de desgracia y de gran afectación orgánica y psicológica para la gestante. El aborto suele venir vestido de calamidad, de hecatombe a evitar, de crónica negra en el obituario del corazón.
Quienes hemos tratado a mujeres que habían abortado, incluso de forma espontánea-natural, sabemos de las dificultades psicológicas a las que se enfrentan en la elaboración del duelo. Constatamos el desgarro interno, la culpa y, en ocasiones, serias somatizaciones.
He podido comprobar asimismo, como la práctica totalidad de niñas que sufrieron abusos sexuales con penetración, por parte de algún familiar, sea este el padre, un tío o un abuelo, han abortado la primera criatura concebida con su pareja. Es lo que yo denomino el "aborto escoba", ya que desearía barrer toda la inmundicia que habían puesto en su interior, haciéndola sentir sucia. Sabemos también que algunas mujeres psicóticas, abortan como un ataque inconsciente a la madre.
Todo ello da cuenta de la complejidad del tema y que el argumento por muchas coreado de que "el cuerpo es mío y hago con él lo que me dé la gana", no es más que una falacia del todo inconsistente, pues por esa misma razón debiéramos dejar morir a las anoréxicas o a los toxicómanos. La libertad no consiste en hacer lo que queramos sino en saber lo que hacemos. Una cosa es "tener" un cuerpo y otra muy distinta "ser" un cuerpo, estadio al que no todo el mundo accede. La mujer debe evitar caer en la omnipotencia que le otorga su capacidad de engendrar nueva vida.
A este respecto me gustaría transcribiros unas hermosas reflexiones del filósofo y poeta libanés Khalil Gibrán, quien vivió unos años afincado en Boston (EEUU). En su libro "El profeta", nos dice así, refiriéndose a los niños:
"Sus hijos no son hijos suyos. Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma. Vienen a través de ustedes, pero no desde ustedes. Y aunque están con ustedes, no les pertenecen.
Ustedes pueden darle su amor, pero no sus pensamientos. Pueden albergar sus cuerpos, pero no sus almas; porque sus almas habitan en la casa del mañana, que ustedes no pueden visitar, ni siquiera en sueños. Pueden esforzarse en ser como ellos, más no intenten hacerlos como ustedes; porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer..." !!!Precioso¡¡¡
¿Debe venir al mundo toda la vida que sea posible, sin ningún tipo de control o restricción? A muchos el corazón nos dirá sí y el sentido común dirá no. La propia naturaleza nos muestra que el aborto natural existe. La vida que no se ajusta a estrictos parámetros biológicos, interrumpe su proceso. Abortar procede del latín abortare, derivado de aboriri "perecer", "abortar" y éste de oriri "levantarse", "ser oriundo", "nacer".
Remite por tanto a la interrupción de un proceso que iba camino de otorgar un origen, una filiación, un lugar en el mundo, a lo que fue de facto, una invisible e incisiva reunión celular. Somos responsables de nuestra vida, a la que debiéramos de estar agradecidos haber recibido, pero la vida no nos pertenece.
Al pensar las palabras de Chateaubriand, caí en la cuenta de que en los cientos o miles de aforismos, proverbios o máximas que he leído, no encontré ni una sola de ellas referida al aborto, ¿tan doloroso es pensar sobre el aborto?
Es un tema difícil y lleno de aristas, y pienso que no puede ser esgrimido como un derecho, una acción que alberga intrínsecamente el estatus de desgracia y de gran afectación orgánica y psicológica para la gestante. El aborto suele venir vestido de calamidad, de hecatombe a evitar, de crónica negra en el obituario del corazón.
Quienes hemos tratado a mujeres que habían abortado, incluso de forma espontánea-natural, sabemos de las dificultades psicológicas a las que se enfrentan en la elaboración del duelo. Constatamos el desgarro interno, la culpa y, en ocasiones, serias somatizaciones.
He podido comprobar asimismo, como la práctica totalidad de niñas que sufrieron abusos sexuales con penetración, por parte de algún familiar, sea este el padre, un tío o un abuelo, han abortado la primera criatura concebida con su pareja. Es lo que yo denomino el "aborto escoba", ya que desearía barrer toda la inmundicia que habían puesto en su interior, haciéndola sentir sucia. Sabemos también que algunas mujeres psicóticas, abortan como un ataque inconsciente a la madre.
Todo ello da cuenta de la complejidad del tema y que el argumento por muchas coreado de que "el cuerpo es mío y hago con él lo que me dé la gana", no es más que una falacia del todo inconsistente, pues por esa misma razón debiéramos dejar morir a las anoréxicas o a los toxicómanos. La libertad no consiste en hacer lo que queramos sino en saber lo que hacemos. Una cosa es "tener" un cuerpo y otra muy distinta "ser" un cuerpo, estadio al que no todo el mundo accede. La mujer debe evitar caer en la omnipotencia que le otorga su capacidad de engendrar nueva vida.
A este respecto me gustaría transcribiros unas hermosas reflexiones del filósofo y poeta libanés Khalil Gibrán, quien vivió unos años afincado en Boston (EEUU). En su libro "El profeta", nos dice así, refiriéndose a los niños:
"Sus hijos no son hijos suyos. Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma. Vienen a través de ustedes, pero no desde ustedes. Y aunque están con ustedes, no les pertenecen.
Ustedes pueden darle su amor, pero no sus pensamientos. Pueden albergar sus cuerpos, pero no sus almas; porque sus almas habitan en la casa del mañana, que ustedes no pueden visitar, ni siquiera en sueños. Pueden esforzarse en ser como ellos, más no intenten hacerlos como ustedes; porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer..." !!!Precioso¡¡¡
Aborto : no hacemos conciencia de lo evitado (2º mellizos)
Nuestra conciencia está excesivamente ligada a la sensorialidad y al principio de causalidad. Hacemos conciencia de lo ya ocurrido, del suceso, del accidente, pero no generamos igual conciencia de lo evitado, de lo interrumpido, de lo que no ha llegado a término.
Unas acertadas palabras persuaden al suicida en deponer su actitud, aunque ambos actores puede que no tomen plena conciencia de lo evitado y la vida sigue como si tal cual. La intervención en una reyerta puede salvar la vida de alguno o ambos contendientes y puede que más tarde vayan a tomar unas frías cervezas juntos, con la sangre más templada y quizá ese tercero implicado, salvó también el pellejo, cosa que no siempre pasa. Es muy probable que ninguno de los tres se haga consciente de lo evitado, ni pueda hacer acopio de esa experiencia.
¿Qué ocurre en nuestra conciencia cuando lo evitado es que una vida en proceso dentro de la gestante llegue a término? ¿Podría una mujer abortar si fuese capaz de visualizar esa futura criatura abrazándola y diciéndole que la quiere con locura? Los profesionales del mundo PSI saben que también existe el aborto como agresión a la pareja o a la propia gestante.
La revolución sexual de la mujer pasa por poder deslindar el goce de la sexualidad, de la función procreadora. Ambas cosas han de ser objeto del deseo, pero no tienen por qué darse a la par. Un hijo no deseado no debiere venir al mundo, ya que va a ser un desgraciado en brazos de una madre desfalleciente, sin amor para esa criatura. No se olvide usted del amor señor ministro. La vida humana tampoco puede ser al por mayor o a granel, debiere haber un mínimo de calidad para valer la pena ser vivida, y un Estado al que le importa un bledo la calidad de vida de su pueblo y le está sometiendo a una estricta miseria y degradación, no está en posesión de la fuerza moral necesaria para legislar sobre el número de hijos que han de componer una familia y forzar a ser madre a una mujer que no lo desea, y máxime si el feto no viene "normal".
¿Acaso esas familias del Opus Dei que crían todos los hijos que les manda Dios, no tienen un alto nivel de vida? No es lo mismo repartirse la riqueza, que compartir la pobreza. Tal vez cuando construíamos iglesias en las colonias de América, era para asegurarles a los indígenas una vida de lujo en el paraíso y una mierda de vida en la tierra, algo semejante a lo que nos toca al pueblo llano, en este edén para unos pocos que es España.
Esta modificación de la ley actual del aborto es un paso atrás, una vuelta a la clandestinidad de la mano de la reciente ley de huelga, una prueba más de que lo que realmente ha abortado es el intento de "fabricar una democracia a la española", algo así como el cruce entre asno y yegua o entre caballo y burra.
Ataque masivo también al colectivo de psiquiatras, que se ven obligados a extender certificados médicos surrealistas sobre decisiones meramente subjetivas. Industria de certificados médicos que habrán de pagar las gestantes, humilladas una vez más tratando de demostrar lo indemostrable y explicar lo inexplicable.
De vuelta a las clínicas abortistas clandestinas, para beneficio de unos pocos miserables y serio riesgo de la vida de una mujer embarazada también de profundos miedos y angustias.
Siga tirando bolas señor ministro, de momento no ha fallado ninguna, nos ha pegado a todos donde más duele y, si de cabrear al personal se trataba, hay que ponerle de nota un excelente. Confío, por lo demás, que nada de lo expresado aquí represente un insulto acreedor de sanción, que de abortar libertades sabe mucho usted.
Unas acertadas palabras persuaden al suicida en deponer su actitud, aunque ambos actores puede que no tomen plena conciencia de lo evitado y la vida sigue como si tal cual. La intervención en una reyerta puede salvar la vida de alguno o ambos contendientes y puede que más tarde vayan a tomar unas frías cervezas juntos, con la sangre más templada y quizá ese tercero implicado, salvó también el pellejo, cosa que no siempre pasa. Es muy probable que ninguno de los tres se haga consciente de lo evitado, ni pueda hacer acopio de esa experiencia.
¿Qué ocurre en nuestra conciencia cuando lo evitado es que una vida en proceso dentro de la gestante llegue a término? ¿Podría una mujer abortar si fuese capaz de visualizar esa futura criatura abrazándola y diciéndole que la quiere con locura? Los profesionales del mundo PSI saben que también existe el aborto como agresión a la pareja o a la propia gestante.
La revolución sexual de la mujer pasa por poder deslindar el goce de la sexualidad, de la función procreadora. Ambas cosas han de ser objeto del deseo, pero no tienen por qué darse a la par. Un hijo no deseado no debiere venir al mundo, ya que va a ser un desgraciado en brazos de una madre desfalleciente, sin amor para esa criatura. No se olvide usted del amor señor ministro. La vida humana tampoco puede ser al por mayor o a granel, debiere haber un mínimo de calidad para valer la pena ser vivida, y un Estado al que le importa un bledo la calidad de vida de su pueblo y le está sometiendo a una estricta miseria y degradación, no está en posesión de la fuerza moral necesaria para legislar sobre el número de hijos que han de componer una familia y forzar a ser madre a una mujer que no lo desea, y máxime si el feto no viene "normal".
¿Acaso esas familias del Opus Dei que crían todos los hijos que les manda Dios, no tienen un alto nivel de vida? No es lo mismo repartirse la riqueza, que compartir la pobreza. Tal vez cuando construíamos iglesias en las colonias de América, era para asegurarles a los indígenas una vida de lujo en el paraíso y una mierda de vida en la tierra, algo semejante a lo que nos toca al pueblo llano, en este edén para unos pocos que es España.
Esta modificación de la ley actual del aborto es un paso atrás, una vuelta a la clandestinidad de la mano de la reciente ley de huelga, una prueba más de que lo que realmente ha abortado es el intento de "fabricar una democracia a la española", algo así como el cruce entre asno y yegua o entre caballo y burra.
Ataque masivo también al colectivo de psiquiatras, que se ven obligados a extender certificados médicos surrealistas sobre decisiones meramente subjetivas. Industria de certificados médicos que habrán de pagar las gestantes, humilladas una vez más tratando de demostrar lo indemostrable y explicar lo inexplicable.
De vuelta a las clínicas abortistas clandestinas, para beneficio de unos pocos miserables y serio riesgo de la vida de una mujer embarazada también de profundos miedos y angustias.
Siga tirando bolas señor ministro, de momento no ha fallado ninguna, nos ha pegado a todos donde más duele y, si de cabrear al personal se trataba, hay que ponerle de nota un excelente. Confío, por lo demás, que nada de lo expresado aquí represente un insulto acreedor de sanción, que de abortar libertades sabe mucho usted.
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