El tema no radica en si decir sí o no a la creación de miles de puestos de trabajo, precario y esclavista, por otra parte, sino si estamos dispuestos a dar un giro de 180º a la imagen que de Barcelona se tiene en el mundo.
¿Están dispuestos los catalanes a que la antigua Ciudad Condal de la Sagrada Familia, del Barrio Gótico, del Modernismo, patria de Gaudí o morada de Picasso, pase a ser considerada "The gambling mecca of south Europe" (título homólogo al de su delegación africana en Suncity) El reclamo internacional sería: Barcelona, La Meca del juego en el sur de Europa. Algunos ilusos se creen que Eurovegas es una especie de Port Aventura, pero a lo bestia. Nada que ver con eso, no es un parque de atracciones, sino la gran pirámide del excedente capitalista, repleta de sanguijuelas, adiestradas para chuparte el dinero.
En los años 80 tuve la oportunidad de viajar como guía acompañante de grupos, representando a una reconocida agencia de viajes. lo hacía durante los veranos y era como cumplir el sueño de cualquier pobre: poder viajar y vivir como los ricos, aunque fuera por unas semanas.
Ya me había licenciado en psicología y dicha experiencia me permitió conocer muchos países de Europa, Asia o África (Egipto lo visité en 11 ocasiones).
Todo esto viene a cuento de que fue precisamente en mi último viaje, en agosto del 90, que conocí "Suncity", Las Vegas de Sudáfrica. El viaje partía de Cape Town (Ciudad del Cabo) para seguir con Durban, Johannesburgo, Pretoria, los poblados zulús, el inmenso parque Kruger (safari fotográfico incluido), Swatzilandia y las bellísimas cataratas Victoria en Zimbabwe. Un viaje precioso que nunca olvidaré. Por cierto que, en Johannesburgo comimos en un restaurante regentado por un murciano. ¡Me rompió el tópico de los gallegos por todas partes!
Una de las excursiones consistía en pernoctar un par de días y medio en Suncity. Os comento con gozo que, nuestro malogrado Severiano Ballesteros, a quien tuve la ocasión de conocer personalmente, había ganado en varias ocasiones su prestigioso trofeo de golf.
La sensación que tuve fue de que los multimillonarios blancos de Sudáfrica, habían construido un oasis de lujo y despilfarro en el corazón de un país con muchas zonas de miseria y gran marginación de la población negra. Si lo construyen en Cornellá-El Prat, los que haremos de negros seremos nosotros. En pocos lugares he visto mayor concentración de chicas con cuerpos 10, para disfrute de esos ostentosos ricachos, que se permitían arrojar miles de rands en fichas, a las mesas de juego, como quien le suelta cañamones a las palomas.
Yo iba con el grupo para ganar algo de dinero, no para gastarlo y mucho menos, "cagarlo", así que, como pasta, ni tenía ni sigo teniendo, tiré de libro, piscina, algo de tenis y paseitos. ¡Qué bien viven los ricos!
Escritos de psicología y de opinión de un Psicólogo Clínico formado en Ciencias Sociales y Políticas
sábado, 30 de junio de 2012
Eurovegas en el delta del Llobregat (Cont.)
El espectáculo en los casinos era de lo más deprimente, todas y todos se apresuraban hacia las máquinas, con el afán de encontrar la más "caliente". Un gran marcador central mostraba el reclamo que justificaba tanta algarabía, alguno de ellos podía ganar el bote acumulado, que ya superaba los 12 millones de rands (la moneda sudafricana).
Cientos de personas habían hecho algo de cola para conseguir su cajón de palomitas y su cajón de monedas (se llenaban ellos y llenaban a la máquina). Con las dos manos ocupadas, imposibilitados de abrazar a nadie, con la vista perdida hacia las lucecitas y la constante rotación de las figuras de las tragaperras, eran incapaces de mirar ni charlar con nadie, se movían como zombis. En ningún lugar del mundo me había sentido tan solo como allí.
Sentados o sentadas, pues creo que había incluso más mujeres que hombres enganchados al juego, cuando menos en la zona de las tragaperras, desparramaban sus enormes culos por los taburetes desde las 8 de la mañana, hasta que devoraban el maní y sus monedas eran asimismo devoradas por esas simpáticas y alegres maquinitas. Volvían entonces a por más y vuelve a tragar y vomitar, como bulímicas que no saben lo que comen ni por qué.
En la zona de ruletas, black-jack y demás, podías pasar de pobre a casi rico en pocos minutos, el ambiente allí no era tan frenético y circulaban las élites que se podían permitir apostar a un sólo número el equivalente del sueldo anual de algunos trabajadores.
Evidentemente son muchos más los que pierden en los casinos, en eso consiste el negocio, en eso y toda la parafernalia que arrastra consigo: alcohol, tabaco, drogas, prostitución de lujo, blanqueo de dinero y demás chanchullos.
Me imaginé un gran anuncio luminoso a la entrada de los casinos: "Pase, enamórese de la ranura de sus sueños y consúmase de goce fornicando con su máquina ideal". Si se queda sin dinero, no se preocupe, le prestaremos más hasta que venda su alma al diablo o venda a su propia madre.
No pretendo ofrecer un enfoque moralista al asunto, sino mostrar desde la experiencia de la psicología, que existen muy pocas personas lo suficientemente maduras para tener una relación responsable y contenida en estos lugares que apelan a nuestras pulsiones más difíciles de controlar.
Eurovegas con sus más de 8.000 máquinas tragaperras, van a significar la ruina para muchas personas, que indefectiblemente arrastrarán también a sus familias.
¿No hay otras maneras de crear puestos de trabajo con proyectos más fértiles, productivos y creativos? ¿Tan desesperados están los políticos catalanes como para venderse por un plato de lentejas, con mucho más chorizo que lentejas? ¿Acaso hemos hipotecado también nuestro famoso "seny"?
Ojalá que no construyan esa ciudad de crápulas en el lugar donde jugábamos de niños y nos íbamos a bañar al río, y nos lo pasábamos pipa sin necesitar ni una perra gorda.
Cientos de personas habían hecho algo de cola para conseguir su cajón de palomitas y su cajón de monedas (se llenaban ellos y llenaban a la máquina). Con las dos manos ocupadas, imposibilitados de abrazar a nadie, con la vista perdida hacia las lucecitas y la constante rotación de las figuras de las tragaperras, eran incapaces de mirar ni charlar con nadie, se movían como zombis. En ningún lugar del mundo me había sentido tan solo como allí.
Sentados o sentadas, pues creo que había incluso más mujeres que hombres enganchados al juego, cuando menos en la zona de las tragaperras, desparramaban sus enormes culos por los taburetes desde las 8 de la mañana, hasta que devoraban el maní y sus monedas eran asimismo devoradas por esas simpáticas y alegres maquinitas. Volvían entonces a por más y vuelve a tragar y vomitar, como bulímicas que no saben lo que comen ni por qué.
En la zona de ruletas, black-jack y demás, podías pasar de pobre a casi rico en pocos minutos, el ambiente allí no era tan frenético y circulaban las élites que se podían permitir apostar a un sólo número el equivalente del sueldo anual de algunos trabajadores.
Evidentemente son muchos más los que pierden en los casinos, en eso consiste el negocio, en eso y toda la parafernalia que arrastra consigo: alcohol, tabaco, drogas, prostitución de lujo, blanqueo de dinero y demás chanchullos.
Me imaginé un gran anuncio luminoso a la entrada de los casinos: "Pase, enamórese de la ranura de sus sueños y consúmase de goce fornicando con su máquina ideal". Si se queda sin dinero, no se preocupe, le prestaremos más hasta que venda su alma al diablo o venda a su propia madre.
No pretendo ofrecer un enfoque moralista al asunto, sino mostrar desde la experiencia de la psicología, que existen muy pocas personas lo suficientemente maduras para tener una relación responsable y contenida en estos lugares que apelan a nuestras pulsiones más difíciles de controlar.
Eurovegas con sus más de 8.000 máquinas tragaperras, van a significar la ruina para muchas personas, que indefectiblemente arrastrarán también a sus familias.
¿No hay otras maneras de crear puestos de trabajo con proyectos más fértiles, productivos y creativos? ¿Tan desesperados están los políticos catalanes como para venderse por un plato de lentejas, con mucho más chorizo que lentejas? ¿Acaso hemos hipotecado también nuestro famoso "seny"?
Ojalá que no construyan esa ciudad de crápulas en el lugar donde jugábamos de niños y nos íbamos a bañar al río, y nos lo pasábamos pipa sin necesitar ni una perra gorda.
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