martes, 29 de mayo de 2012

Esperanza Aguirre, el himno y su "pitofobia"

Su apellido y talante me evocan la aventura de Lope de Aguirre (éste no era de la fábrica extremeña), quien a las órdenes de Dn.Pedro de Ursúa, iba en busca de El Dorado, remontando el Amazonas. Un magnífico film dirigido por Werner Herzog y titulado "Aguirre: la cólera de Dios", con un soberbio Klaus Kinski como protagonista.
Doña Esperanza Aguirre sugirió que, si los hinchas de ambos equipos contendientes en la final de la Copa del Rey, Atlétic de Bilbao y F.C.Barcelona, le silbaban al himno nacional, el partido debería ser suspendido.
¡Qué rápido se activa la parte fascista de la personalidad! Si la gente protesta, sus razones tendrá. El Dorado de los partidos gobernantes sería mantener al pueblo en la esclavitud, viviendo en la miseria, pero que éstos se mostrasen contentos, agradecidos y respetuosos con las autoridades y los signos o símbolos del Estado. Dóciles y adocenados al servicio de vuesa merced. Contenta debiera estar con que se conformen con pitar, al menos, de momento.

Lo que preocupa realmente es lo que vayan a pensar en Europa y en el resto del mundo ante tamaño y atípico espectáculo. Incomodan las formas, no el trasfondo, hay que salvaguardar las "spanish manners", no se debe ser honesto, sino parecerlo.
El himno nacional es una "nana" que nos canta la madre patria a ese ideal del yo encarnado en el ideal del grupo nacional, de un colectivo que siente que han construido algo entre todos, al igual que el himno del club de fútbol encarna los ideales a los que se hacen acreedores sus miembros. Pero ese no es el caso de España, ese no es el himno que hemos elegido entre todos, ese es el himno que sigue manteniendo vivo el recuerdo de más de 40 años de dictadura fascista.
El himno que ponían a todo volumen en los cines de toda España, obligando al público a ponerse en pie y a entonar el "cara al sol...", de los que nos lo habían robado. Si alguien se resistía, le hinchaban a palos e iba a la cárcel.  Ese no es el himno de millones de españoles que quedaron fuera, es un himno manchado de sangre y que le falta la letra, le falta la palabra justa, la palabra que nos incluya a todos, que no margine a nadie.

Por cierto que se perdió usted un magnífico partido, se reprimió el goce de ser silbada por miles de pitos, El Dorado de cualquier mujer poderosa, tanto que ha endeudado hasta las cejas a sus conciudadanos.
Un encuentro entre dos aficiones hermanadas por su amor al buen fútbol y que comparten un sueño común, el de poder algún día disputar la copa de La República Federal de España, en lugar de la del rey que se columpiaba en una tela de araña y como veía que no se rompía...

jueves, 10 de mayo de 2012

El adiós de "Pep" Guardiola


Siempre supo estar y también ha sabido marcharse a tiempo, por la puerta grande, camino de convertirse en leyenda. Creo, no obstante, que se ha equivocado en la elección del momento adecuado, tras perder por primera vez contra el Real Madrid, quizá por no alinear el equipo de gala que tenía que enfrentarse dos días más tarde contra el Chelsea.
Al final, ni la liga ni disputar la Champions se han conseguido, por mucho que fuera justo merecedor de estar allí, pero en el fútbol ya se sabe, sólo cuentan los goles, no las maneras.
Ha sido una despedida con sabor agridulce, como casi todo lo que ocurre en esta Catalunya, donde las victorias parecen invocar a las derrotas. Los errores de Guardiola y las cosas que no nos gusten de él, no debieran empañar el hermoso legado que nos ha dejado.

"Si madrugamos mucho y trabajamos mucho, podremos conseguir lo que nos propongamos", nos había repetido hasta la saciedad. Ese era un precepto necesario para mantener viva esa ilusión y esa lucha, siendo a la vez muy consciente de que la "ilusión" no debe perder nunca ese estatus, ya que únicamente se mantiene a condición de que no se concretice en nada ni en nadie. Guardiola llevó la ilusión al barcelonismo del mundo entero, pero era sabedor de que él personalmente no debía encarnar esa ilusión.

Guardiola encaja en el perfil de lo que el gran Wilfred R. Bion denominaba la figura del "místico". Bion argumentaba que cada equis tiempo surgía la figura del místico, alguien portador de la idea de cambio y de la desazón que ello comporta.
Prefería usar la palabra místico y no la de "revolucionario", para evitar toda la penumbra de connotaciones políticas e ideológicas que envuelven dicha palabra. El místico, como portador de la idea nueva era siempre una figura incómoda para los estamentos en el poder y el "stablishment" en general, representante de lo conservador a ultranza, de lo que se resiste al cambio. En el mundo rudo y acéfalo del fútbol, el discurso de Guardiola les parecía amanerado.

Pep Guardiola es un místico del fútbol, como los hay en todos los ámbitos de las ciencias y del saber humanos.
Cuando alguien como el segundo entrenador del Real Madrid, sintetiza la influencia de Guardiola en el fútbol español y mundial con el gambito verbal de: "Antes de Guardiola ya había liga española y seguirá habiéndola después de él", lo primero que me viene a la mente es un gran rebuzno.
Me trajo a mientes ese hermoso libro de Apuleyo, tan real y erudito como la vida misma, titulado "El asno de oro". En dicha obra, el joven Lucio es castigado a vivir dentro del cuerpo de un asno, como escarmiento por su afición a la brujería y los hechizos, con la única salvedad de que, en este caso, es el espíritu de un asno el que habita dentro de un cuerpo humano.

Esta frase, propia de alguien que también le pega patadas al aparato pensante y no sólo al balón, es el paradigma de la mediocridad humana y la envidia que corroe este país, desde hace siglos. El mundo entero se ha deshecho en elogios ante el trabajo de Guardiola con el que ha sido, sin lugar a dudas, el mejor equipo de fútbol de toda la historia. Si este mismo fenómeno se hubiese dado en Madrid, se mueren todos de éxito y le hubiesen puesto a La Cibeles un pedestal que tendrían que haber ensanchado la ciudad para que cupiese.

"Gràcies Pep" por lo mucho que le has dado al fútbol y los grandes momentos que nos has hecho pasar.