El hombre sólo es tal si se siente libre. Libre en sus opiniones y juicios de valor, libre en sus actuaciones y libre en su capacidad de decisión sobre las cosas que afectan a su vida. Libres de poder modificar su entorno y del manejo de su destino.
Si todo esto no se da, nos sentimos impotentes y rabia e indignación cabalgan juntas. Parece ser que el llamamiento hecho por la plataforma reivindicativa Democracia Real Ya (DRY) ha podido cohesionar a muchos miles de esos Indignados de todo el territorio nacional.
Dicen las estadísticas que en España hay más teléfonos celulares operativos que personas censadas en el país; en ese sentido, yo también opino que nuestra modesta pero arrogante nación de naciones, alberga más indignados que habitantes, pues la mayoría de personas del pueblo llano, acumulan más de una causa en su condición de Indignado.
Ya ven que hablamos de procesos emocionales y de estados de ánimo colectivos. Meinong diría que estamos ante objetos "dignos" de ser apuntados por los sentimientos, es decir, que los Indignados no lo están por asuntos vanales o subjetivos, sino por motivos muy serios y trascendentes. No se trata únicamente del daño moral y/o material recibido a nivel individual, sino que se trataría de una legítima demanda, abarcativa del conjunto de la sociedad, cuando menos del pueblo común, del hombre de a pie. Los desheredados, los parias de la tierra, que dirían los anarquistas.
Alguna prensa norteamericana pretendía establecer un paralelismo, e incluso, una especie de correa de transmisión entre los Indignados egipcios de la plaza del Taharij en El Cairo y nuestros Indignados de Valencia, El Sol de Madrid o de la plaza de Catalunya en Barcelona. No sabemos si es por ignorancia o mala fe que han establecido semejantes comparaciones.
Los movimientos populares del norte de África y Oriente Medio están orquestados y auspiciados por las potencias económicas mundiales. Mientras los Indignados egipcios protestaban en las calles, los servicios secretos y militares occidentales y autóctonos estaban haciendo su faena para derrocar a Mubarak , en tanto a los Indignados españoles se les vejaba llamándoles "perroflautas", "okupas", "rastas antisistema" y un largo etcétera de improperios que pretendían desacreditar la bondad de sus legítimas demandas.
Aún así, ni algunos medios de comunicación españoles, ni centros de comunicación derechistas como Intereconomía, que exhiben un discurso de centro-izquierda, ya que el PSOE les robó el logos conservador que les pertenecía, ni siquiera todos ellos, repito, han podido evitar que el mensaje de los Indignados calase hondo en el grueso de la sociedad española.
"Poco pan para tanto chorizo" era una de sus ocurrentes y variopintas consignas ("chorizo" es sinónimo de ladrón en España, aclaración que hago para mis lectores de América del norte, del centro y del sur). Los Indignados están hartos de tanto político corrupto, de tanta especulación, de tanta injusticia, de tanta permisividad con la Banca y de tanta falta de ética y moral en todas las Instituciones.
El fenómeno de la Indignación aúna generaciones enteras. Al Indignado español habría que denominarle con más propiedad como el: "desencantado-indignado-sin ilusión-ni futuro". Nos engañaron al hacernos creer que por pertenecer a la Unión Europea, íbamos a participar del nivel de vida de las clases medias francesa o alemana, nada de eso sino todo lo contrario, los españoles somos ahora el doble de pobres que antes, el coste de la vida está por las nubes y la clase media, camino de desaparecer. Por contra, los ricos son el triple de millonarios, un modelo semejante al de muchos países de américa donde sólo se puede estar en el bando de los poderosos y multimillonarios magnates o de los pobres que rozan la miseria.
¿Qué culpa tienen las clases populares de los desmanes cometidos por las altas finanzas y la voracidad sin límites de los mercados? ¿Por qué deben pagar las clases obreras la factura de sus explotadores? Hemos tenido una farsa de transición de una dictadura a una democracia, que únicamente se podría enderezar un poco haciendo una profunda reforma de la Ley Electoral, donde se puedan votar listas abiertas (esta es una de las reivindicaciones de los Indignados).
otra es que los Bancos pierdan cota de poder, arrogancia e impunidad, quedándose con los pisos que desahucian, sin que sirva para liquidar la deuda hipotecaria.
Hemos visto reacciones policiales contra los Indignados, propias de la Dictadura. Seguimos siendo una sociedad civil profundamente dividida y que no ha elaborado ni entendido las causas que le llevaron a una guerra fratricida. Los años pasan pero el odio y la sinrazón permanecen enconados en los corazones de los españoles, los restos que aún yacen sin ser nombrados en las fosas comunes, no son más que su reflejo, su manifestación.
La Indignación es un estado de ánimo y un alimento motivacional para las identidades heridas, para las personas olvidadas, ignoradas, ofendidas, faltadas al respeto, maltratadas, excluidas. No debiere quedarse en una pataleta de Indignados, en una mera explosión que recoja la catarsis colectiva. Los Indignados están nutridos de buenas gentes, personas pacíficas y de buena condición. Ciudadanos que aún creen en la solidaridad y la generosidad. Lo han demostrado en su forma de organización y en sus procederes. Les conforman sujetos de todas las edades y de distintos estratos sociales. Quieren una sociedad más justa y llena de futuro, una sociedad en la que sus políticos realmente les representen, una comunidad austera, sostenible y sincera.
Quisiera despedirme parafraseando a ese gran pensador, filósofo y prohombre que fue Karl Marx , hoy ninguneado y odiado como su equivalente revolucionario de la psicología profunda que fue Sigmund Freud. Son malos tiempos para la libertad de pensamiento y para todas las libertades en general. Vamos camino de nuevos totalitarismos.
Pero antes deseo saludar a todos los Indignados del mundo, porque haberlos "hailos" en todos los países, como por ejemplo en México, donde están muriendo muchísimas personas fruto de una guerra entre mercaderes de la droga, la prostitución y demás negocios lucrativos, dentro de un Estado que se muestra incapaz de parar todo eso.¡La de Indignados que habrá en la cuna de la civilización maya y azteca!
¡Indignated from all Nations, United!
Contadme entre los Indignados, pues prefiero ser víctima que verdugo y, lamentablemente, nos guste o no aceptarlo, la Humanidad siempre ofrecerá motivos de indignación, por su carencia de.